La Asociación Valenciana de Enólogos (AVE), que preside Juan Clemente, ha abandonado la Federación Española de Enología (FEAE) poniendo así fin a una larga trayectoria compartida. La decisión, adoptada por 40 votos a favor y tres abstenciones en el curso de la última asamblea general celebrada en la sede de la DO Valencia el pasado 23 de julio, supone la salida de la Federación de una de las grandes asociaciones territoriales que aún permanecía integrada en su seno.
De hecho, la escisión de los enólogos valencianos es solo el último capítulo de un prolongado proceso de desintegración que se inició en el año 2002 con la marcha de la Asociación Catalana de Enólogos (ACE) y continuó en 2013 con la ruptura protagonizada por la Asociación Enólogos de Rioja (AER), que agrupa a profesionales de La Rioja, País Vasco y Navarra, precisamente el mismo año que se constituyó el Colegio Oficial de Enología de Castilla-La Mancha, lo que supuso en la práctica el adiós, igualmente, de la gran mayoría de los enólogos manchegos colegiados.
Por tanto, una vez certificado el abandono de la AVE, hay que constatar que en las dos últimas décadas la FEAE ha sufrido un desangramiento sin precedentes, con la pérdida de cuatro de las organizaciones territoriales más significativas de España, lo que ha reducido dramáticamente su representatividad y peso específico, hasta el punto de que, actualmente, es absolutamente minoritaria en el ámbito del asociacionismo profesional, ya que la mayoría de los enólogos.españoles no son miembros de esa institución. O bien pertenecen a otros colegios o asociaciones, o bien han renunciado a formar parte de cualquier colectivo de esa índole.
Las razones que justifican la ruptura
Las razones que justifican la decisión adoptada por la AVE, comunicada tan solo unos días después por carta al presidente de la FEAE, Luis Buitrón Barrio, son de índole económica y organizativa. Los enólogos valencianos consideran que el dinero que exige la Federación para poder pertenecer a ella (en torno al 60% de los ingresos generados por las cuotas de sus asociados) no se reinvierte como debería en beneficio de los propios enólogos, sino que se destina, principalmente, a mantener el funcionamiento de la estructura federativa, “algo que no repercute ni llega a Valencia”. En todo caso, se trata de una opinión compartida por algunas otras organizaciones territoriales que creen, igualmente, que el dinero que exige anualmente la Federación a las asociaciones es excesivo y desproporcionado y no se traduce en un beneficio cercano, tangible y acorde a la contribución realizada.
En este sentido, el presidente de la AVE, Juan Clemente, explica que lo que persigue la asociación, como así reflejan sus estatutos, es que el importe de las cuotas que pagan sus asociados repercuta directamente en su beneficio, a través de la organización de cursos, jornadas, seminarios y eventos que sirvan para su reciclaje y formación dentro, principalmente, del territorio en el que desarrollan su actividad profesional. Además, se refiere a la necesidad de que la FEAE afronte otros retos como la puesta en marcha de una bolsa de trabajo que funcione con eficacia, así como la lucha activa contra el intrusismo profesional, el abaratamiento de la cuota por pertenencia y el reconocimiento pleno de los titulados de Formación Profesional del grado correspondiente de la Escuela de Requena. “Hay que tener en cuenta”, sostiene, “que una vez que desapareció, hace unos años, la licenciatura de Enología de la Universidad Politécnica de Valencia, nuestra cantera está en Requena” y aunque admite, a este respecto, que la Federación autoriza la pertenencia de estos profesionales desde su última reforma estatutaria, critica, no obstante, que no les reconozca exactamente los mismos derechos que a los asociados que han obtenido la licenciatura o el grado universitario de enología.
Causa desencadenante
Pero al margen de lo anterior existe un factor concreto que ha agravado la desafección de la Asociación Valenciana de Enólogos respecto a la FEAE y que ha desembocado, de manera determinante, en la decisión finalmente adoptada. Según relata Juan Clemente, cuando accedió por segunda vez a la Presidencia de la AVE en el año 2006, se encontró con que la asociación debía más de 12.000 euros a la FEAE, una deuda que la Asociación Valenciana de Enólogos asumió y pagó en su totalidad para regularizar completamente la situación heredada. No obstante, añade que hace algunos años, con Santiago Jordi en la Presidencia de la FEAE y Luis Buitrón en la Vicepresidencia, la FEAE acordó condonar la deuda histórica que la asociación canaria arrastraba, autorizando su readmisión sin que tuviera que regularizar sus cuentas, a diferencia de lo ocurrido con la asociación valenciana.
En ese contexto, la AVE expresó su disconformidad con la medida y alcanzó en 2017 un acuerdo temporal con la FEAE para reducir su aportación. El pacto consistió en hacer, a partir de ese momento, una contribución de 1.000 euros anuales, equivalentes a la parte proporcional de las cuotas de 22 miembros, quedando el resto de los asociados valencianos (alrededor de 90) fuera de la cobertura federativa. Además, el acuerdo, continúa Clemente, contemplaba la asunción por parte de la AVE de los gastos generados por la asistencia de sus integrantes a las reuniones o convocatorias organizadas por la FEAE, lo que, concluye, significaba “seguir aportando, no obstante, más dinero que las asociaciones territoriales más pequeñas integradas en la FEAE”.
El ‘botón rojo’
Finalmente y pasados tres años, la AVE decidió en 2020 abandonar la Federación porque esa solución temporal no podía prolongarse indefinidamente y convocó una asamblea general el 27 de marzo del pasado año para refrendar lo que ya era un sentir general. No obstante, en última instancia, la asamblea tuvo que suspenderse por el estallido y propagación de la pandemia del Covid-19 y la solución definitiva hubo de posponerse hasta que las circunstancias lo permitieran.
Un año y cuatro meses después, el 23 de julio de 2021, ya con el gallego Luis Buitrón al frente de la FEAE tras expirar el segundo mandato de Santiago Jordi, los enólogos valencianos decidieron pulsar el ‘botón rojo’ y tomar la decisión de romper, definitivamente, con la Federación Española de Enología. El resultado de la votación no dejó lugar a dudas. Un total de 40 votos a favor y tres abstenciones certificaron el adiós.
