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Japón ya importa más vino español que China, el gran beneficiario de la globalización

Japón importó en 2023 vino español por un montante de 92,7 millones de euros superando holgadamente a China, que redujo sus compras casi un 30% y cayó hasta los 60,6 millones de euros, según el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), muy lejos de los 175 millones de euros que llegó a alcanzar en 2017. El gigante asiático continúa, de este modo, contradiciendo a los analistas que, desde hace años, han trasladado la idea de que China estaba llamada a ser El Dorado del comercio mundial cuando, de hecho, lo que ha ocurrido es que se ha convertido en el gran beneficiario de la globalización económica. La realidad es que la prioridad de China es vender, no comprar. Y para ello encuentra notables facilidades en el exterior e impone severas restricciones en el interior. El régimen dirigido con mano de hierro desde Pekín crece, se industrializa y aumenta el superávit de su balanza comercial (hasta los 571.937 millones de euros en 2021) mientras la mayoría de sus principales competidores recorre el camino inverso.

REVISTA ENÓLOGOS – CHINA - JAPÓN - MERCADO ASIÁTICO - EXPORTACIONES E IMPORTACIONES DE VINO ESPAÑOL
Primeros mercados asiáticos para el vino español en 2023 en términos de valor (Infografía: OEMV)

Por lo que se refiere específicamente al comportamiento del vino español en el mercado asiático durante 2023, el retroceso se produjo en 11 de los 13 primeros países importadores. En este escenario a la baja, Japón, con unas compras de 92,7 millones de euros se convirtió en el primer importador de la región pese a caer un 9,4%, aventajando a China, que con 60,6 millones de euros, experimentó un desplome del 28,8%, A continuación, se situaron Corea del Sur, con 25 millones de euros  (-20%), Taiwan, con 8,9 millones de euros (-4,9%) y Hong Kong, con 8,65 millones de euros (-24,3%).

“En una coyuntura actual complicada”, sostiene el OEMV en un análisis recientemente publicado, “España redujo sus exportaciones de vino a Japón mucho menos que la media en Asia y se consolida como primer mercado del continente, seguido de China, principal protagonista del descenso global”.

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China ya no aparece entre los principales países importadores de vino español (Infografía: OEMV)

«Asia perdió cuota entre nuestras exportaciones en 2023», continúa el informe, «al caer un 22,8% en volumen y un 16,5% en valor, hasta los 93 millones de litros y los 236,2 millones de euros. El precio medio subió un 8,2% hasta los 2,54 euros por litro, el más alto de la serie histórica».

A este respecto y como mero elemento de comparación, conviene tener presente que un mercado tan desconocido como el de Costa de Marfil tuvo un comportamiento espectacular en 2023, con una subida de las compras de vino español del 42,9%, hasta alcanzar los 37,59 millones de euros. Un pequeño país del África subsahariana cuyas importaciones de vino español ya suponen el 62% de las de China, pese a que la población del primero es de apenas 28 millones de habitantes y la del segundo supera los 1.400 millones.

Cuándo comenzó China a disputar el liderazgo mundial

Pero la evolución del mercado chino del vino no es más que un pequeño botón de muestra de una estrategia económica y política global, consistente en seguir incrementando el superávit de su balanza comercial (la diferencia entre sus exportaciones e importaciones) y sus tasas de Producto Interior Bruto (PIB) mientras el resto de las grandes economías mundiales se deteriora o registra un crecimiento inferior.

El 11 de diciembre de 2001, tras 15 años de arduas negociaciones, China ingresó como miembro número 143 en la Organización Mundial de Comercio (OMC) acabando, de ese modo, con más de 150 años de tratados perjudiciales para sus intereses (desde el Tratado de Nankín que puso fin a la Primera Guerra del Opio), impuestos por las grandes potencias del momento, especialmente, el Reino Unido, los Estados Unidos, Francia, Rusia y Japón. Desde principios del siglo XXI, en cambio, los acuerdos de libre comercio firmados han invertido las tornas, lo que ha posibilitado que China se convierta, en tiempo récord, en la segunda potencia mundial, con un PIB superior al del conjunto de la Unión Europea (UE) y unos índices de crecimiento sostenido que le permiten comenzar a disputar el liderazgo frente a Estados Unidos, fortaleza en otro tiempo inexpugnable.

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Paisaje de China (Fotografía: Mercier Zeng, Pixabay)

Superávit de la balanza comercial y estallido del Covid

Concretamente, el superávit de la balanza comercial de China entre los años 2000 y 2021 ha pasado de 26.103 millones de euros a 571.937 millones de euros, un crecimiento impresionante que supone multiplicar por 22 veces su saldo inicial para situarse como incontestable líder mundial dentro de ese capítulo. El reverso de la moneda lo ofrece Estados Unidos, que ha caído a plomo en el mismo período, al doblar su déficit desde los 516.870 a los 999.883 millones de euros. El empeoramiento ha sido, igualmente, relevante en los casos de Japón, el Reino Unido y Francia. El país nipón disfrutaba en el año 2000 de un superávit de su balanza comercial de 107.988 millones de euros, que se fue debilitando hasta traducirse en un déficit de 10.944 millones de euros en 2021. Por su parte, el Reino Unido triplicó su déficit en esos 20 años. Comenzó el siglo con unos números rojos de 67.813 millones de euros y los llevó hasta 191.376 millones en 2021. Francia resultó ser el alumno menos aventajado, ya que multiplicó por nueve el déficit de su balanza comercial, desde los 12.266 millones de euros del año 2000 hasta los 110.305 millones de euros de 2021. Sólo Alemania, tradicional motor industrial europeo que se beneficia del control absoluto que ejerce sobre la UE, ha resistido la embestida china, al multiplicar el superávit de su balanza comercial, desde los 59.130 millones de euros de principios de siglo hasta los 209.193 millones de euros de 2021.

Esta tendencia de las últimas dos décadas, que ha ido consolidando el protagonismo económico de China en el concierto mundial y ensanchando la brecha de su balanza comercial respecto a las demás potencias económicas, se vio, además, fuertemente impulsada tras el estallido de la pandemia del Covid 19 que, precisamente, tuvo su origen en la ciudad china de Wuhan, desde donde se propagó a todo el planeta. En ese contexto, en el que la mayoría de los países occidentales se desangraron económicamente, China siguió creciendo, cimentando una importante parte de su éxito en la venta del material sanitario necesario para combatir el virus originado en su país, un hecho que le permitió pasar de registrar un superávit de su balanza comercial de 376.123 millones de euros, en 2019, a establecer un récord de 571.937 millones de euros, en 2021. Cifras en las que la emergencia sanitaria jugó un papel decisivo.

El caso español

Por su parte, España redujo el déficit de su balanza comercial en los 20 años objeto de análisis, ya que mientras que en el año 2000 presentaba números rojos por importe de 44.274 millones de euros, en 2021 los había reducido hasta los 34.007 millones de euros, lo que en términos relativos supone una notable mejoría debido, al mismo tiempo, al incremento de su PIB, desde 647.851 a 1.222.290 millones de euros.

De hecho, España disfrutaría, en la actualidad, de una balanza comercial equilibrada o, incluso, positiva, si no fuera porque el saldo comercial que mantiene, precisamente, con China es enormemente deficitario. Como muestran los datos oficiales de 2023, mientras que España exportó al país asiático bienes y servicios por valor de 7.579 millones de euros, registró, por el contrario, unas importaciones de 44.244 millones de euros, lo que arroja un balance negativo de 36.665 millones de euros, cantidad que supera el déficit de la balanza comercial española en 2021.

El sector del vino es tan solo una gota de agua en el océano económico internacional pero, no obstante, pone de manifiesto que las predicciones triunfalistas que se depositaron en China, como tierra de promisión, coincidiendo con la firma de los acuerdos de libre comercio de principios de siglo, no se han visto refrendadas por la realidad. Muy al contrario, el resultado ha sido diametralmente diferente al anunciado. China, que sigue siendo la mayor dictadura comunista del mundo, se ha convertido en una gran potencia mundial a costa de sus competidores, merced al establecimiento de una relación comercial desigual y claramente ventajosa para sus propios intereses.

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