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Italia, el país que supo cambiar el granel por el embotellado

Las exportaciones de vino italiano alcanzaron en 2022 una cifra récord de 7.834 millones de euros (+10,1%) con un volumen comercializado de 2.172,2 millones de litros (-0,3%), según datos de la aduana italiana, analizados por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv). El precio medio subió por tercer año consecutivo y fue el más elevado de la serie histórica, con 3,61 euros por litro (+10,4%), una cifra que evidencia el gran éxito que el país trasalpino ha ido labrando en los últimos 20 años, consistente en aumentar el porcentaje de vino embotellado en detrimento del granel, disparar las ventas del vino espumoso (prosecco) e incrementar sensiblemente el precio medio de todos sus productos.

Hace alrededor de dos décadas, cuando el nuevo siglo comenzaba a despuntar, Italia vendía en el exterior en torno a 1.750 millones de litros a un precio medio de 1,41 euros, con un porcentaje de granel y bag in box que se aproximaba al 50%. Por su parte, España exportaba la mitad que Italia, con idéntico precio y un porcentaje muy mayoritario de granel, mientras que Francia vendía en torno a 1.500 millones de litros en el exterior, a un precio medio cercano a los 4 euros, gracias a su histórica apuesta por el embotellado de gran valor añadido y un porcentaje minoritario de granel. Desde entonces, la evolución de los tres gigantes vitivinícolas ha sido completamente diferente.

La estrategia italiana frente a la española

A lo largo de los últimos 22 años, Italia ha ido incrementando sus ventas, sin cambios drásticos, hasta superar de manera estable los 2.000 millones de litros por campaña y llegar a alcanzar un precio medio máximo de 3,61 euros por litro, lo que le ha permitido avistar los 8.000 millones de euros de facturación global. En ese mismo período, España ha registrado una evolución diametralmente distinta, ya que ha multiplicado su volumen por tres, sin incrementar su precio, hasta conseguir convertirse en el primer exportador del mundo, un liderazgo que, dependiendo de los años, alterna con Italia. La cotización media del litro de vino español exportado es hoy la misma que presentaba en el año 2000 y el porcentaje de granel sigue siendo, igualmente, muy mayoritario. Es cierto que al triplicar el volumen, manteniendo el mismo precio unitario, la industria del vino español también ha triplicado su valor en términos absolutos, pero lo ha hecho sin corregir el peso del granel en el conjunto.

Por ello, actualmente, en números redondos, Italia exporta vino por valor de 8.000 millones de euros y España por importe de 3.000 millones de euros, cuando hace 22 años Italia luchaba por alcanzar los 3.000 millones y España apenas superaba los 1.000 millones. La diferencia que entonces era de 2.000 millones de euros hoy ya es de cerca de 5.000 millones, una brecha creciente que se explica por la diferente receta aplicada por ambos países en todo este tiempo. La italiana, prima el embotellado sobre el granel sin renunciar al volumen. Y la española, mantiene la presencia mayoritaria del granel sobre el embotellado, a fin de incrementar sensiblemente el volumen comercializado.  

Hasta hace poco tiempo, entre los tres grandes países vitivinícolas, Francia jugaba en una liga distinta a la de Italia y España. Se pensaba que su liderazgo era incontestable, con una fórmula que combinaba el precio medio más elevado del planeta vitivinícola, con un gran volumen de producción y un granel residual. Durante los primeros años del siglo XXI, Francia fue, junto a Italia, el primer productor mundial en volumen y en valor, capítulo en el que doblaba a Italia y quintuplicaba a España. El champagne y el prestigio de las grandes zonas vitivinícolas explicaban la diferencia. En este momento, Francia sigue siendo el líder indiscutible en valor, con 12.300 millones de facturación, a un precio de medio por litro de 8,8 euros, inalcanzable para el resto, teniendo en cuenta que comercializa en torno a 1.400 millones de litros cada año. Su volumen exportado se mantiene constante, con pequeñas variaciones a la baja, desde el año 2000, pero regiones históricas como Burdeos ya han anunciado planes para arrancar hasta 35.000 hectáreas y reestructurar su superficie de viñedo, con el fin de evitar que la burbuja inflacionista explote y se lleve por delante muchas explotaciones vitivinícolas y su exitoso modelo de negocio.

Datos estadísticos (Informe elaborado por el OeMv para la Organización Interprofesional del Vino de España)

Italia crea su propio modelo y llama a la puerta de Francia

En el tiempo transcurrido desde el año 2000, Italia ha ido distanciándose de España y creando su propio modelo de exportación vitivinícola, a caballo entre el español y el francés. Ha logrado un valor unitario respetable en el concierto mundial (3,61 euros) a mucha distancia de  España (1,44 euros) y mantiene el coliderazgo en volumen (por encima de los 2.000 millones de litros). En resumen, supera holgadamente a España en valor y a Francia en volumen y todo ello lo ha logrado con una estructura estable que marca una tendencia de crecimiento moderado pero sostenido, en el que el componente granel ya es claramente minoritario.

El vino italiano, pese a las distancias del precio unitario, está empezando a llamar a la puerta de la liga francesa, mientras que el vino español ha renunciado a disputar esa competición. No quiere decir que no haya muchas bodegas y zonas vitivinícolas españolas que compitan en la gran liga del vino mundial. Las hay y lo hacen al máximo nivel, pero, pese a la gran calidad del vino español, la estructura de negocio que el sector, en su conjunto, ha preferido seguir en las dos últimas décadas ha consolidado un modelo que privilegia el granel sobre el embotellado, incrementando el volumen a cambio de reducir o, a lo sumo, mantener los precios, como si los años no pasaran y la inflación no existiera. Es un mercado vitivinícola que, en la cuenta global de resultados, ha decidido congelar los precios (o bajarlos, incluso, en los años de grandes cosechas), con el objetivo de multiplicar las ventas, es decir, como cualquier negocio que busca el éxito primando el volumen sobre el valor añadido unitario. Italia, por el contrario, tomó la decisión de abandonar esa receta hace 20 años y supo cómo hacerlo, al tiempo que Francia lucha por impedir que se malogre su receta de altos precios, lujo, prestigio y glamour.

Los datos de Italia en 2022

Por lo que se refiere estrictamente a los datos de 2022 publicados recientemente por el OeMv, Italia superó dos años después a España como principal exportador mundial de vino en términos de volumen y en valor, repite segundo puesto, muy por encima de España, pero aún a considerable distancia de Francia. En lo que llevamos de siglo, sostiene el informe estadístico, “las exportaciones italianas de vino han crecido a un ritmo anual medio muy superior en términos de valor (+5,4%) que de volumen (+1%), pasando en estos 22 años de 2.447 a 7.834 millones de euros y de 1.731 a 2.172 millones de litros”. “El crecimiento”, añaden las mismas fuentes, “ha sido mucho mayor en valor, ya que el precio medio ha subido de forma notable, pasando de 1,41 (año 2000) a 3,61 euros por litro (2022)”.

Todos los vinos italianos crecieron en valor en 2022, pese a que sólo el espumoso lo hizo en volumen. Todos subieron bastante de precio (respecto a un 2021 en el que ya se encarecieron), influidos por la fuerte presión inflacionista vivida el pasado año. El vino envasado alcanzó 1.232,6 millones de litros (-2,6%) y 5.240,4 millones de euros (+6,6%), el 56,7% del volumen y el 67% del valor total, y logró su mayor cotización de la historia, con 4,26 euros por litro (+9,4%), superior al de cualquier otro vino italiano. El espumoso, continúa el informe de la OeMv, cobra relevancia como segundo vino exportado, con 518,3 millones de litros (+5,9%) y 2.168,3 millones de euros (+19,4%) máximos históricos. Fue sin duda el vino que mejor se comportó en 2022. “Su precio medio”, sostiene, “fue el más alto hasta ahora, con 4,18 euros por itro (+12,7%); tanto envasados como espumosos superaron por primera vez la barrera de los 4 euros por litro en precio medio”.

Por otra parte, el volumen exportado de vino a granel se mantuvo invariable, con 3,74 millones de hectolitros, aunque su facturación creció un 13,3% hasta los 304 millones de euros (mejor dato desde 2018), al subir de precio un 13,3% hasta los 81 céntimos por litro, el más alto desde, precisamente, 2018. Por último, las exportaciones de vino en formato bag-in-box cayeron un 2,9% en volumen, hasta los 47,6 millones de litros, pero crecieron un 6,3% en valor (menos que el reto de vinos), hasta los 111 millones de euros, a un precio medio un 9,5% mayor, hasta los 2,33 euros por litro.

Del granel a los vinos de mayor valor añadido

En el año 2000, el vino en envases superiores a 2 litros (incluye granel y bag-in-box para comparación histórica) representó casi el 50% del volumen total de vino exportado por Italia, con 8,6 millones de hectolitros, lejos del 19,4% que ocupó en 2022, con apenas 4,2 millones. Es decir, Italia ha reducido más del 50% el volumen exportado en esta categoría en lo que va de siglo, de acuerdo a la información facilitada por el OeMv. En cambio, el vino envasado ha pasado de representar el 46,3% del total en el año 2000 (801 millones de litros), al 56,7% en 2022 (1.232,6 millones). Ha sido no obstante el espumoso (liderado por el prosecco) el vino que más ha crecido: en el año 2000, sus ventas se situaron en los 71,6 millones de litros (4,1% del total), a años luz de los 518,3 millones de 2022 (23,9% del total). Todos los vinos han subido de precio en este periodo.

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