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Freixenet, el espejo de la ‘tormenta perfecta’ que se cierne sobre el cava catalán

La huelga que desde el lunes 26 de mayo ha paralizado Freixenet, el mayor buque insignia del cava catalán, propiedad del grupo alemán Henkell & Co., no es más que el espejo de la grave crisis que, desde hace años, atraviesa la denominación de origen con sede en Vilafranca del Penedès. La falta de disponibilidad de producto para atender la demanda, como consecuencia de la severa sequía que la comarca ha registrado entre 2021 y 2023, explica una parte del problema, pero para entender la tormenta perfecta que se cierne sobre el negocio millonario del cava es necesario introducir en la ecuación otros factores de riesgo que han confluido hasta llegar al escenario actual.

Sin duda, la escasez de lluvias constituye el motivo desencadenante de la crisis. De acuerdo a la información publicada por el Instituto Estadístico de Cataluña (GenCat), las cifras anuales de lluvia, entre 2021 y 2023, en las principales comarcas de producción, han ido disminuyendo progresivamente, hasta alcanzar, en algunos casos, índices más propios de climas semidesérticos, con ratios entre 200 y 250 litros anuales. Consecuentemente, la producción de uva se ha hundido. Baste decir que la suma total de los años 2022 y 2023 ascendió a 318,3 millones de kilos, equivalente al promedio de un año normal, lo que pone de relieve que la DO Cava ha tenido que atender la demanda del mercado, en ese bienio, con la mitad de producción habitual, dejando exhaustas, además, las existencias. En 2024, con una pluviometría mucho más benigna, cercana al promedio histórico, tan sólo alcanzó los 219 kilos de producción, cifra que tampoco ha permitido revertir la situación.

Fruto de ello, en el último año contabilizado (que discurre entre abril de 2024 y marzo de 2025), la exportación de cava, según datos de la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE), ha caído en picado, con un desplome del 26,5 % en volumen y del 5,8 % en valor, y ello gracias al incremento que las bodegas han aplicado al precio unitario.

Tras la sequía y la caída de las ventas, llega el anuncio de despidos

Con ese telón de fondo, Freixenet anunció el pasado 24 de abril un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para hasta 180 empleados de Freixenet SA y Segura Viudas con la finalidad de reestructurar sus operaciones de producción y «abordar los desafíos existenciales provocados por las condiciones climáticas adversas».
Según mantiene la compañía, «los patrones climáticos extremos y las consecuencias a largo plazo de la continua sequía de varios años en Cataluña han creado graves interrupciones en la industria, empujando al sector del cava a una crisis sin precedentes».

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El esplendor de Henkell contrasta con la crisis de Freixenet. Fotografía: Henkell & Co.

Freixenet forma parte de Henkell Freixenet, la alianza hispanoalemana, sellada en 2018, entre las empresas familiares Henkell, con sede en Wiesbaden (Alemania), y Freixenet, con sede en Sant Sadurní d’Anoia (España). A su vez, Henkell Freixenet es la división de bebidas espirituosas del holding empresarial alemán Geschwister Oetker, propiedad de parte de la familia Oetker, un conglomerado que agrupa a más de 400 empresas en todo el mundo y emplea a 24.500 personas a través de una red de divisiones con intereses en banca, transporte marítimo, vinos espumosos, vinos tranquilos, licores, cervezas, productos químicos, editoriales y hoteles de lujo.

Hasta el momento, la compañía y los trabajadores no han llegado a un punto de encuentro y, como consecuencia de ello, los comités de empresa de CCOO, UGT FICA y USOC mantienen una huelga en los centros de producción de Freixenet y Segura Viudas, que comenzó a las 22:00 horas del lunes día 26 y, si no hay cambios, se prolongará hasta el miércoles día 4 de junio, con el objetivo de intentar impedir el anunciado despido, que podría alcanzar al 24,3 % de los 738 empleados de ambas bodegas (111 de Freixenet y 69 de Segura Viudas).

«La producción de cava”, manifiesta el grupo empresarial en un comunicado, “ha disminuido en el sector en general y en Freixenet en particular». «Las reservas reducidas y el aumento de los costes de las materias primas”, señala, “han agravado el desajuste entre la demanda del mercado y la sostenibilidad operativa».

Ante el envite empresarial, los sindicatos reclaman una solución dialogada en el marco del artículo 45 del convenio colectivo, que establece medidas de protección y estabilidad en el empleo y, asimismo, aun reconociendo que la comercialización del cava vive un momento crítico, consideran que “es fruto de la estacionalidad del sector”, lo que, a su juicio, permitiría afrontar las negociaciones desde una posición “flexible”.

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Fotografía: DO Cava.

El precedente de Codorníu (Carlyle) y su idea de «hacer caja»

No obstante, la situación que arrastra Freixenet ya vivió un precedente en Raventós Codorníu, mucho antes del período de sequía, siendo ya su propietario el fondo de capital riesgo estadounidense The Carlyle Group. En abril de 2019, un año después de que la gestora con sede en Washington adquiriera la mayoría accionarial por 300 millones de euros, desplazando así a la familia Raventós, impulsó el despido de 79 trabajadores que, en última instancia, tras las negociaciones con los sindicatos, redujo a 70 afectados. Un amarga carta de presentación para empezar.

Mucho más recientemente, el pasado mes de enero, se supo que Carlyle, propietaria también del 93,9 % de la riojana Bodegas Bilbaínas, había puesto en marcha “el proceso de búsqueda de asesores para explorar diversas opciones estratégicas” con el fin de colocar el 68 % que controla en la compañía. Entre esas opciones está la de vender para hacer caja y redirigir el capital hacia proyectos más rentables y menos expuestos a la climatología. El vino es un negocio que implica tiempo, tradición, conocimiento y cariño, cualidades que no siempre parecen adornar a las compañías de capital riesgo, más acostumbradas a hacer y deshacer posiciones en función de las circunstancias y los vaivenes del mercado.

Las razones de fondo más allá del pulso del momento

Pero más allá del pulso del momento, hay un conjunto de razones de índole interna y externa -y, desde luego, no sólo climatológicas- que explican el camino recorrido por el sector cavista catalán hasta llegar a este callejón de difícil salida. Y en ese marco de referencia, además de la responsabilidad atribuible a la sequía, hay que referirse también a la deslocalización financiera y sentimental de los dos grandes iconos del cava catalán (Freixenet y Codorníu)  que, desde 2018, están en manos de intereses alemanes y estadounidenses, respectivamente, unida a la sostenida bajada del consumo del vino, promovida, parcialmente, por las instituciones que deberían protegerlo, así como al latigazo que supuso el Covid-19 y el encarecimiento consiguiente de los precios de transporte y suministros, además de la creciente incertidumbre internacional con la aparición de nuevos escenarios de tensión dentro y fuera de Europa y las disensiones dentro de la denominación de origen, tanto entre las bodegas como entre las zonas integrantes. Tampoco es irrelevante el calendario y alcance de la respuesta ofrecida por el propio organismo regulador ante los problemas existentes ni la sorprendente irrupción de los “otros espumosos” españoles, que han aprovechado la vulnerabilidad de la DO Cava para apropiarse de casi el 40 % de las exportaciones de un segmento que, en España, era casi patrimonio exclusivo suyo.

La llegada de Henkell y Carlyle en 2018

En marzo de 2018, Freixenet, líder mundial del cava, cayó en manos de Henkell & Co. Sektkellerei, perteneciente al gigante Geschwister Oetker, que se hizo con el 50,67 % de las acciones por un precio de 220 millones de euros. En julio del mismo año, el fondo de inversión estadounidense The Carlyle Group, presidido por Daniel A. D’Aniello, tomó el control del 68 % del grupo Codorníu. Cien días que conmovieron los cimientos del imperio de las burbujas erigido a lo largo de siglos en el Alto Penedés. Ya nada volvería a ser como antes. Las familias de la burguesía catalana que habían mantenido la propiedad y el control, a lo largo del tiempo, en los buenos y en los malos momentos, acabaron capitulando en medio de sus propias disputas. Henkell adquirió Freixenet aprovechando las discrepancias de los Ferrer, Hevia y Bonet. The Carlyle Group se benefició, del mismo modo, de la falta de unidad entre los Raventós. Desde entonces, las decisiones que afectan a los dos grandes símbolos del espumoso catalán no se toman en Cataluña, sino en Wiesbaden y Washington. Como en un jarrón chino, no ha sido posible recomponer lo que entonces se rompió.

La bajada del consumo, el Covid,.el Brexit y la guerra

Ese cambio accionarial coincidió, asimismo, con la bajada del consumo de vino que, desde entonces, se registra en todo el mundo, en buena medida, promovido por algunos gobiernos europeos, entre ellos y de manera destacada, el español, que siguiendo la estela de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a través del Ministerio de Sanidad y del Plan Nacional sobre Drogas, fomenta la política de “alcohol cero”, esgrimiendo un supuesto “consenso científico” que, como la revista Enólogos ha demostrado, en realidad, no existe.

De igual modo, el 31 de enero de 2020, tras más de dos años de negociaciones, con prórrogas acordadas entre las partes, se concretó el temido Brexit, la salida de la Unión Europea del Reino Unido, que era -y sigue siendo- uno de los principales mercados para el cava. Inmediatamente después, como consecuencia de la extensión del virus detectado, por primera vez, el 17 de noviembre de 2019 en Wuhan (China), el sector vitivinícola tuvo que lidiar, también, contra las restricciones impuestas por la situación sanitaria, tanto las que resultaban adecuadas a la emergencia declarada como las que impuso el Gobierno español de manera arbitraria e inconstitucional.

Cuando apenas se restañaban algunas de las heridas provocadas por la pandemia, sobrevino una crisis de suministros y transporte que amenazó con colapsar la economía y dificultó, en todo caso, el normal funcionamiento de la actividad bodeguera. Sin haber resuelto ese nuevo elemento de distorsión, el 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania, dando lugar a un conflicto bélico que se prolonga hasta el día de hoy y que se ha solapado con el desbordamiento de la tensión en Oriente Próximo y la guerra arancelaria desatada por el nuevo presidente de EEUU que, lejos de calmar las aguas, se ha revelado como un personaje imprevisible que practica sin tapujos una política abiertamente inspirada en los mecanismos más elementales del bullying y la coacción.

REVISTA ENÓLOGOS – DO CAVA – ESPUMOSOS – COMERCIALIZACIÓN. EXPORTACIÓN DE VINO – DESCENSO DE VENTAS –VILAFRANCA DEL PENEDÉS - SANT SADURNÍ D'ANOIA – JAVIER PAGÉS
El presidente de la DO Cava, Javier Pagés.

La respuesta de la DO Cava al drama de la sequía y el ERTE de 2024

En mayo de 2024, casi tres años y medio después de que la comarca comenzara a sufrir una sequía devastadora, que hundió la producción en 2023 hasta los 133,5 millones de kilos (frente a los 325,7 millones registrados en 2018), el consejo regulador presidido por Javier Pagés tomó, finalmente, la decisión de flexibilizar la normativa interna, con la aprobación de unas disposiciones «excepcionales» consistentes, básicamente, en incrementar los rendimientos hasta los 15.000 kilos por hectárea, crear un “fondo climático de extracción” que permitía pasar del 67 % al 74 % y autorizar el uso de uvas de parcelas no inscritas en el registro de explotación vitícola, siempre que procedieran de fincas localizadas en el territorio de la denominación.

Se da la circunstancia de que unas semanas antes, el 22 de abril, Grupo Freixenet anunció la solicitud de un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) «por causa de fuerza mayor, motivado por la sequía y sus efectos en la vendimia». «Este expediente»,.explican fuentes de la empresa, «afectaba hasta a 615 personas de las compañías Freixenet SA y Segura Viudas SAU, y se activaba a partir del mes de mayo de 2024».

De hecho, paralelamente, para intentar frenar la hemorragia en un balance contable muy lastrado por la sequía, Freixenet dio a conocer en marzo de 2024, un mes antes de promover el expediente de regulación temporal de empleo indicado, el lanzamiento de un nuevo espumoso sin DO Cava, con el fin de atender los mercados centroeuropeos (especialmente, Alemania, Austria y Suiza). Para justificar su decisión, que le ha empujado, desde entonces, a comprar vino a bodegas de otras zonas de España, el grupo alemán alegó la «drástica» disminución de la producción y la necesidad de «cumplir con la demanda de los consumidores en ciertos mercados internacionales». El nuevo ‘Freixenet Premium Sparkling Wine – Cuvée de España’, aclaró la compañía, no se comercializará en otros mercados, especialmente el español.

Las disensiones internas entre bodegueros y territorios

A su vez, las disensiones en el seno de la denominación, que comprende 160 municipios distribuidos a lo largo y ancho de siete comunidades autónomas de las provincias de Barcelona (63), Tarragona (52), Lleida (12), Girona (5), La Rioja (18), Álava (3), Zaragoza (2), Navarra (2), Valencia (1) y Badajoz (1), han sido reiteradas, hasta el punto de que, en 2014, dieron lugar al abandono de algunos elaboradores, que acabaron creando la marca Clàssic Penedès, y en 2018, la Asociación de Viticultores y Elaboradores Corpinnat, guiados, en ambos casos, por el compromiso de elaborar exclusivamente grandes vinos espumosos, a partir de unos estándares muy exigentes.

Pero no sólo han existido discrepancias entre algunos bodegueros catalanes y los máximos responsables del consejo regulador, debido al diferente enfoque sobre el modo de gestionar los intereses de la DO Cava, sino también entre los territorios que la componen. En este sentido, la Comunidad Valenciana llegó a recurrir a la Justicia para hacer valer sus intereses. Y, a finales de 2022, obtuvo una sentencia favorable, dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), que avalaba, en contra de lo defendido por el organismo regulador, el uso de la expresión ‘Cava de Requena’ para identificar el espumoso etiquetado en las bodegas de ese municipio valenciano, una decisión que ratificó el Tribunal Supremo en noviembre de 2023.

Por otro lado, en las elecciones del consejo regulador celebradas el 6 de julio de 2022 ocurrió algo inédito que hizo saltar las alarmas dentro de la institución. Los viticultores de Requena (Valencia) y Almendralejo (Badajoz) formalizaron una candidatura conjunta, impulsada por Fernando Medina (Valencia) y Juan Antonio Álvarez (Extremadura), y consiguieron, por primer vez en 36 años, gracias a la alta participación registrada, introducir un representante en un órgano de gobierno que, hasta entonces, había estado formado exclusivamente por viticultores y elaboradores establecidos en Cataluña. Fue el fin del monopolio.

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Fotografía: DO Cava.

Una de las reivindicaciones más frecuentes de valencianos y extremeños ante el consejo de Vilafranca del Penedès era que se les permitiera ampliar el número de hectáreas para incrementar la producción, pero la DO Cava se negaba reiteradamente con el argumento de que con «sobreoferta de uva», sería «difícil levantar la categoría». El criterio es lógico en tiempos de abundancia pero contraproducente cuando, como ocurre desde 2021, el territorio catalán, que concentra la mayor parte de la producción, sufre una gravísima escasez de producto como consecuencia de la sequía. De hecho, la crisis que ahora amenaza la estabilidad del gran símbolo de la denominación, probablemente, no se habría producido si en otras zonas de la demarcación, como pudieran ser Valencia y Extremadura, se hubiera incrementado la superficie de producción para poder atender la demanda, tal y como solicitaban sus representantes.

La irrupción de los “otros espumosos “españoles

Finalmente, la irrupción en el mercado internacional del llamado grupo de “otros espumosos” españoles, aquellos vinos que no están adscritos a la DO Cava pero se elaboran con métodos similares, está siendo explosiva y pulverizando cualquier tipo de pronóstico. Surgidos desde casi la irrelevancia frente al omnipresente imperio de las burbujas, están experimentando un crecimiento espectacular y, al término del pasado mes de marzo, ya copaban el 37,7 %  del volumen y el 30 % del valor de las ventas totales del segmento en el exterior. 

Una parte importante de ese crecimiento se debe al lanzamiento del nuevo espumoso de Freixenet Henkell sin DO Cava, que el grupo germano anunció en marzo de 2024, ante la falta de disponibilidad de producto para poder atender los mercados centroeuropeos por culpa de la severa sequía registrada en Cataluña entre 2021 y 2023. De hecho, haciendo una extrapolación de la estadística ofrecida por la OIVE en el mismo período del año anterior (abril de 2022 a marzo de 2023), es decir, antes de la comercialización del sparkling wine de Freixenet, se observa que los “otros espumosos” españoles representaban un volumen del 21,06 % y un valor del 20,5 %. Por tanto, un porcentaje muy relevante del alza reflejada un año después (hasta alcanzar el 37,7 % del volumen y el 30 % del valor) es consecuencia directa del nuevo producto elaborado por Henkell con vino del resto del país.

De un modo u otro, dado que el vino base de este nuevo producto es ajeno a la DO Cava, el crecimiento se está produciendo a costa del espumoso de origen catalán, ya que las ventas totales, dentro de esa tipología, no sólo no han aumentado en el último año contabilizado, sino que han retrocedido un 9,5 % debido al hundimiento del cava, que ha perdido, en el mismo período, un 26,5 % en volumen y un 5,8 % en valor.

«Tormenta perfecta» y capacidad de resistencia

En definitiva, un cúmulo de elementos que han ido conformando una tormenta perfecta en torno al sector del cava catalán que, pese a todo, ha demostrado sobradamente, durante los últimos años, una acreditada capacidad de superación y resistencia para saber reinventarse frente a las adversidades. Virtudes que, sin duda, tendrá que volver a exhibir ante el que, probablemente, sea su desafío más decisivo hasta el momento.

No hay que olvidar que la DO Cava cerró el año 2023, pese a la sequía, con un récord de ventas de 252 millones de botellas en todo el mundo. En 2024, conoció la otra cara de la moneda, con un descenso de la comercialización del 13,4 % que ha dejado la cifra en 218,1 millones de botellas y ha abierto, definitivamente, la caja de los truenos.

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