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Los cien días que conmovieron los cimientos del cava catalán

El fondo de inversión estadounidense The Carlyle Group, presidido por Daniel A. D’Aniello, se ha hecho con el control del grupo Codorníu, tras adquirir los derechos de compra de la mayoría de las acciones de la familia Raventós. La operación, que valora la compañía en 300 millones de euros, se cerrará previsiblemente a finales de año, según un comunicado hecho público por la bodega. Hace poco más de tres meses, Freixenet, el líder mundial del cava, cayó en manos de Henkell & Co. Sektkellerei, perteneciente al grupo alemán de alimentación Dr. Oetker. Concluyen así cien días que han conmovido los cimientos del ‘imperio de las burbujas’ erigido a lo largo de siglos en el Alto Penedés. Desde ahora, las decisiones que afecten a los dos grandes símbolos del espumoso catalán no se tomarán en Sant Sadurní d’Anoia. El mapa ha cambiado y los nuevos referentes son, respectivamente, Washington y Wiesbaden.

La gran crisis económica que estalló en España en 2008, la época de la burbuja inmobiliaria que provocó el rescate bancario y se llevó por delante millones de puestos de trabajo, dejó secuelas cuya factura aún se está pagando. 

En el caso del mundo vitivinícola, la crisis se extendió rápidamente y provocó la quiebra de algunas bodegas, especialmente de las que se habían incorporado al negocio en los años de vino y rosas. Generalmente, se trataba de iniciativas impulsadas por promotores ajenos al sector o, en ocasiones, de proyectos mal dimensionados. Se habló entonces de que la nueva situación económica serviría para hacer de la necesidad, virtud, es decir, para sanear el mercado, desterrar el intrusismo y conseguir que las bodegas de trayectoria consolidada, conocedoras de los inevitables ciclos económicos, salieran fortalecidas en medio de ese escenario cambiante. Así fue en muchos casos pero no, desde luego, en todos. 

Los ‘grandes’ del cava

Las grandes empresas del cava, que ya arrastraban sus propios problemas internos, vieron cómo la inestabilidad económica nacional e internacional derivaba en abierta tempestad, como consecuencia de las cada vez mayores tensiones familiares y la creciente espiral independentista. Los ajustes empresariales fueron inevitables y los balances contables acusaron igualmente la complicada situación. En ese contexto, las divisiones abiertas en el seno de sus respectivos consejos de administración favorecieron finalmente la irrupción de nuevos actores, que entendieron que existía la posibilidad real de desembarcar y tomar el control. Entre marzo y junio de 2018 concluyó el asalto a una fortaleza, hasta entonces, inexpugnable. Las dos grandes empresas catalanas del cava terminaron capitulando. Henkell adquirió Freixenet aprovechando las discrepancias de las familias Ferrer, Hevia y Bonet. The Carlyle Group se ha beneficiado, del mismo modo, de la falta de unidad entre los Raventós.

Codorníu y The Carlyle Group

Codornìu posee 10 bodegas en denominaciones de origen como Bodegas Bilbaínas en La Rioja, Codorníu en Cava, Scala Dei en Priorat, Legaris en Ribera del Duero, Raimat en Costers del Segre, Abadia de Poblet en Conca de Barberà, Artesa en Napa Valley (California), y Septima en Mendoza (Argentina). La compañía, que tiene una plantilla de 800 trabajadores, cerró el primer semestre del ejercicio fiscal 2017/18 -de julio a diciembre de 2017- con unos beneficios de 11 millones de euros, lo que supone un 61% más respecto al mismo periodo del ejercicio anterior. Los ingresos del balance 2016/17 -el último completo, de julio de 2016 a junio de 2017- se elevaron hasta los 236 millones de euros.

No obstante, los números rojos han sido la tónica predominante de la bodega durante los últimos años. En el ejercicio 2016/17 alcanzaron los 16,7 millones de euros, tres veces más que un año antes, cuando la empresa perdió 5,6 millones de euros, a su vez, muy por encima de las pérdidas de 1,5 millones del año precedente.

Por otro lado, The Carlyle Group, que cuenta con 1.600 trabajadores, registró en 2017 unos ingresos de 3.676 millones de dólares y obtuvo un beneficio de 1.007 millones de dólares, con unos activos estimados en 12.000 millones de dólares.

Freixenet y Henkell

Por lo que respecta a Freixenet, cerró el ejercicio económico en 2017 con un significativo aumento de los beneficios, después de años de incertidumbre sin repartir dividendos. El líder mundial del cava concluyó el año fiscal con unas ganancias consolidadas de 8,5 millones de euros, frente a los 2,3 millones del periodo anterior y una facturación de 535 millones, por encima de los 529 millones de 2016. El grupo Freixenet, integrado por 36 compañías con filiales en 17 países, cuenta con una plantilla de 1.850 personas, activos cifrados en 754 millones y un patrimonio neto de 237 millones.

En lo que se refiere a Henkell & Co., facturó 691,3 millones de euros en el último ejercicio fiscal y cuenta con 1.922 empleados. En España ya estaba presente a través de Cavas Hill, que adquirió a Nueva Rumasa en febrero de 2012 por 4,5 millones de euros. Pero Cavas Hill era tan solo la punta de lanza de una estrategia dirigida a expandirse y controlar el sector del cava español, tal y como ocurrió previamente en los mercados del sekt alemán, el prosecco italiano y el champagne francés. La bodega alemana, según fuentes internas, es líder de vino espumoso en Alemania, Austria, Suecia, Hungría, Chequia, Estonia, Eslovaquia, Ucrania y Canadá. España ha sido la última pieza de ese tablero.

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