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El ABRAxit del vino alavés: tras la tregua táctica llega la ruptura con Rioja

El “ABRAxit” del vino alavés sigue su curso. La Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA), presidida por Saúl Gil Berzal e integrada por un centenar de pequeñas bodegas familiares de Álava, ultima la escisión definitiva del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja tras años de desavenencias y enfrentamientos. El penúltimo capítulo del conflicto se produjo el pasado 28 de enero de 2020 con la publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de la solicitud de protección e inscripción en el registro comunitario de la DOP Arabako Mahastiak/Viñedos de Álava, presentada por ABRA con el respaldo del gobierno de Euskadi. 

La cuestión de fondo radica en que hay unas decenas de pequeñas bodegas del sur de Álava que quieren diferenciarse del resto porque consideran que su singularidad queda desdibujada en el seno de una gran denominación que produce, anualmente, más de 400 millones de kilos e integra a importantes grupos empresariales. La iniciativa rupturista se ha llevado a cabo con el apoyo expreso del gobierno del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y, muy especialmente, del diputado general de Álava, Ramiro González Vicente, burgalés de nacimiento y vitoriano de adopción.

Eso no significa que ABRA mantenga una posición unánime sobre el desafío planteado, sino todo lo contrario. La Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa, que representa en torno al 10% del viñedo de la DOC Rioja y el 8% de la producción total, se encuentra fracturada entre quienes desean abandonar la denominación riojana y quienes prefieren mantenerse bajo su protección.

En realidad, los partidarios de la escisión apenas alcanzan la mitad de las 96 bodegas que figuran como asociadas en la página web de ABRA. Teniendo en cuenta que su producción global anual, según el presidente Saúl Gil, es de 25 ó 30 millones de botellas, la hipotética pérdida de producción que supondría la separación para el conjunto de la DOC Rioja sería de tan solo unos 15 millones de botellas, lo que, en realidad, representa menos del 4% de las cerca de 400 millones de unidades que la denominación riojana produce anualmente. Pese a la modestia de las cifras, el hecho ha adquirido gran repercusión mediática y política, además de generar un enorme malestar dentro del consejo regulador con sede en Logroño, que ha visto cómo los cambios normativos introducidos en la reglamentación del consejo, atendiendo a sus demandas, no han servido para evitar el divorcio.

La institución presidida por Fernando Salamero ha anunciado que vetará el posible uso del nombre de Rioja Alavesa en los vinos de la futura denominación (que se corresponde con una de las tres subzonas que ya existen  en la propia DOC Rioja) y “defenderá y preservará, hasta el final, con todos los instrumentos y medios políticos y legales, el patrimonio de todos los inscritos”, lo que implica que no descarta trasladar el campo de batalla a los tribunales. 

En cualquier caso, la guerra librada desde hace años, con el decidido impulso de la junta directiva de ABRA, primero bajo la Presidencia de Gabriel Frías del Val y, desde 2018, de Saúl Gil Berzal, y el firme apoyo del Gobierno vasco, se aproxima a su desenlace.

El presidente de la DO Ca Rioja, Fernando Salamero.

La tregua táctica

La situación actual es consecuencia directa de la amenaza de escisión que ABRA lanzó en 2015, aunque las aspiraciones independentistas venían de años atrás, como lo demuestra la publicación del Plan Estratégico del sector vitivinícola de la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV) 2011-12, que destacaba, como uno de sus principales objetivos, la creación de un concepto de “Edición Limitada” asociado a la Rioja Alavesa, en el que sólo tuvieran cabida “proyectos de gran interés (…) y bodegas pequeñas de larga tradición familiar”. En todo caso, el órdago de 2015 consiguió, tras dos años de negociaciones, que el Pleno del CRDO Ca Rioja cediera a sus exigencias y aprobara, en agosto de 2017, una nueva regulación de las indicaciones de zona y municipio, con el objetivo de otorgarles mayor visibilidad.

Pero en aquel entonces, el diputado general de Álava, Ramiro González, ya advertía, a través de su cuenta de twitter, que esa aprobación era solo “un paso para lograr una denominación propia dentro de la DOC Rioja”. Una declaración que alimentaba la tensión defendiendo dos posturas aparentemente irreconciliables, con el fin de obtener el mayor rédito posible. Por un lado, reclamaba una denominación propia y, por otro, su permanencia en la DOC Rioja. La cuadratura del círculo. 

Por el contrario, el presidente de la DOC Rioja, el alavés Fernando Salamero, consideraba que la decisión culminaba una estrategia que tenía “como objetivo satisfacer las inquietudes de los operadores, líderes de opinión y consumidores finales que demandan una mayor información”.

 En realidad, lo que para Salamero significaba la culminación de una estrategia para González era, simplemente, un mero peldaño hacia una meta muy diferente que ahora se ve reflejada ya en el Boletín Oficial del Estado.

El diputado general decía que esa denominación alavesa debería estar dentro de la DOC Rioja, a sabiendas de que esa opción era legalmente inviable. Un oxímoron conceptual. La única posibilidad jurídicamente factible es la constitución de una denominación independiente al margen del actual consejo regulador riojano y, muy probablemente, con sede en Laguardia en vez de Logroño. Ésa es, en realidad, la culminación de la ‘hoja de ruta’. “La presión de la Rioja Alavesa y de las instituciones ha dado sus frutos”, dijo entonces el político peneuvista.

Por tanto, solo en el caso de que el propio consejo regulador riojano modificara su reglamento y renunciara a las competencias legales que ejerce sobre cualquiera de las tres subzonas que lo integran -Rioja Alta, Rioja Oriental y Rioja Alavesa- podrían las bodegas alavesas constituirse en denominación de origen independiente dentro del propio consejo regulador. 

La vigencia del análisis

Por ello, hoy cobra nueva vigencia el análisis publicado sobre este tema en la revista “Enólogos” en el mes de septiembre de 2017 bajo el título «¿Paz en Rioja o tregua táctica»?

“(…) La estrategia es tremendamente sencilla, pero no por ello menos eficaz. Se fundamenta en regular a conveniencia la presión sobre el consejo regulador para ir ganando cotas de autogobierno hasta conseguir, en la práctica, algo muy parecido a una denominación de origen de Vinos Alaveses que, tal vez en unos años, podría gozar del reconocimiento y la proyección necesarios para forzar la escisión definitiva sin costes en el balance contable. Mientras tanto, lo importante es conseguir que la denominación común se visualice cada día más pequeña, y los pueblos y las zonas se perciban cada día más grandes. Es un paso imprescindible y de una lógica aplastante”.

“Si la imagen de la denominación común reduce su protagonismo al punto de compartirlo en igualdad de condiciones con una zona o un pueblo, será mucho más sencillo que, a corto o medio plazo, algún municipio o comarca adquiera un reconocimiento similar y decida gobernarse, por ejemplo, desde Laguardia en lugar de hacerlo desde Logroño. Y todo ello, además, sin tener que asumir el precio que esa medida conllevaría en la actualidad.«

“(…) En un comunicado hecho público tras la resolución de la DOC Rioja del pasado 11 de agosto de 2017, ABRA manifiesta que se ha comprometido a paralizar esta tramitación por un “tiempo prudencial” durante la implantación de las nuevas categorías, pero sin descartar que pueda reactivarse en cualquier momento “en el caso de que no se realice adecuadamente o no responda a las expectativas y necesidades requeridas”. ABRA, que no llega al 10% del viñedo de la DOC Rioja, lanzó el órdago con un conjunto de bodegas que apenas alcanza el 4% de la producción total. No ha importado. Ha sido suficiente para marcar el guión y los tiempos. Ahora, como haciendo una concesión, anuncia que desiste de escindirse, pero solo en tanto en cuanto las cosas se hagan de acuerdo a sus exigencias.

“La ‘paz’ sellada en Rioja para evitar la ruptura no parece, por tanto, que vaya a ser definitiva. Más bien da la impresión de ser una tregua táctica como preludio de nuevas escaramuzas que pueden ponerse en marcha en cualquier momento. Un paso para lograr una denominación propia, en palabras del diputado González”.

Han pasado más de dos años desde entonces pero la reflexión se mantiene intacta y cobra nueva actualidad.

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