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La ruptura de la Unión Internacional de Enólogos coloca a la organización al borde del colapso

La Unión Internacional de Enólogos (UIOE) vive sus horas más bajas. La decisión conjunta de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay de abandonar la institución el pasado mes de noviembre, después de años de tensas relaciones, ha puesto de manifiesto la crítica situación que atraviesa el organismo internacional, entre acusaciones directas de falta de transparencia, gastos sin justificar, irregularidades administrativas y una gestión basada en los personalismos y el reparto de cuotas de poder.

La salida en bloque de los cuatro países iberoamericanos ha dejado a la UIOE al descubierto. La organización, fundada en 1965, que dice agrupar a 16 asociaciones nacionales de enólogos y más de 20.000 profesionales en ejercicio, apenas emite señales de actividad, carece de una página web actualizada y operativa y resulta casi indetectable en internet. Parece que se hubiera desvanecido.

Lo cierto es que la UIOE nunca ha representado, a lo largo de sus 56 años de historia, a la totalidad de la profesión enológica internacional. En la práctica, el eje franco-italiano se ha reservado, sin disimulo, los papeles protagonistas desde hace más de cinco décadas en una función a la que ha invitado a algunos actores de reparto para interpretar papeles secundarios y crear una falsa impresión de unidad. Solo hay que constatar que en el período 1965-2014, que abarca un total de 49 años, Francia ocupó la Presidencia durante 27 años por 17 de Italia y cinco de España, dos de los cuales se produjeron por el fallecimiento del presidente francés electo. Asimismo, desde 2014 hasta la actualidad, la entente franco-italiano ha compartido la Presidencia ininterrumpidamente. En total, desde que Gabriel Humeau impulsara la creación de la UIOE a mediados de los años sesenta del pasado siglo, nueve de cada 10 años han reproducido un duopolio sin concesiones.

Ese modo de entender la gestión organizativa, más como un club privado que como una asociación democrática, abierta y plural, ha provocado que solo cinco de los grandes países vitivinícolas formen parte de su estructura (España, Italia, Francia, Alemania y Portugal), un reducido núcleo que está acompañado por otras asociaciones con un peso específico sensiblemente menor, sino directamente testimonial, como Suiza, Croacia, Grecia, Eslovenia, Canadá, Inglaterra y Japón.

Mientras tanto, grandes actores del mundo del vino como Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica o China, por citar solo algunos ejemplos relevantes, han declinado formar parte de una función que consideran demasiado previsible, del mismo modo que otros como Argentina, Chile, Brasil y Uruguay han decidido renunciar al libreto tras un largo período de debate interno.

Estados Unidos, Australia o Sudáfrica, entre otros grandes países vitivinícolas, no forman parte de la UIOE. Trent Erwin (www.unsplash.com)

El cambio estatutario y la Presidencia bicéfala

El actual comité ejecutivo de la UIOE, codirigido desde finales de 2014 por el francés Serge Dubois y el italiano Riccardo Cotarella, es la mejor demostración de los precarios equilibrios que condicionan su funcionamiento. El francés alcanzó la cúpula de la organización en 2008 tras recoger en Burdeos el testigo del italiano Giuseppe Martelli y, posteriormente, fue reelegido para la legislatura 2011-2014. El problema se planteó a partir de ese momento, ya que Dubois quería seguir en la Presidencia pese a que los estatutos de la UIOE limitaban el ejercicio presidencial a los dos mandatos ya cumplidos y, al mismo tiempo, el italiano Cotarella pretendía desbancarlo. El pulso se solucionó mediante un sorprendente e inesperado cambio estatutario que se inventó una Presidencia compartida para dejar a ambos satisfechos, ya que permitió a Dubois mantenerse en el poder y a Cotarella ser copresidente, una fórmula sin precedentes en la historia de la institución.

En todo caso, la solución salomónica demostró el creciente protagonismo de Italia en el seno de la UIOE y el férreo dictado ejercido por Francia, que históricamente ha impuesto no solo la sede física, sino también el control en la gestión y el uso de la lengua ejecutiva, todo ello pese a que cuatro de los 16 países integrantes (hasta la consumada escisión) tienen el español como idioma oficial, lo que lo sitúa objetivamente, en términos de representatividad, por delante del francés y de cualquier otra lengua hablada por alguno de los países miembros.

La carta de la ruptura

La reciente ruptura protagonizada por los cuatro países iberoamericanos ha llegado después de años de quejas, reproches y reclamaciones desatendidas. En su carta, fechada en noviembre de 2020, los presidentes de la Asociación de Profesionales en Enología y Alimentos de Argentina, Jorge Correa, la Associação Brasileira de Enologia, Daniel Salvador, la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos Enólogos de Chile, Adriana Cerón, y la Asociación de Enólogos de Uruguay, Fernando Pettenuzzo, comunican a los copresidentes, miembros del Comité Ejecutivo y delegados de la UIOE así como a las asociaciones de enólogos inscritas su intención de “suspender” la participación en la organización “de manera indefinida”, con el objetivo de “generar un punto de inflexión en la tensa relación sostenida entre las cuatro asociaciones y la dirección de la UIOE los últimos años”.

“Es nuestra intención”, indican, “formar parte de una organización amplia, pluralista, moderna y abierta, donde la evolución de la actividad vitivinícola y el rol del enólogo en este cambiante escenario mundial sean parte fundamental de su funcionamiento y objetivos”. “Estas características”, añaden, “no las hemos encontrado en la UIOE, la cual más bien ha estado anclada en un esquema rígido y antiguo que le ha quitado todo tipo de relevancia y peso internacional a la Unión”.

Y entre las razones que justifican la desafección, los cuatro presidentes exponen, desde su punto de vista, las relativas a las deficientes comunicaciones, las limitaciones idiomáticas, la falta de transparencia en la justificación de los gastos, el personalismo en las relaciones con la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) y las irregularidades administrativas en las reuniones.

Argentina, Brasil, Chile y Uruguay han decidido abandonar la UIOE de manera indefinida. Fotografía: Jorge Fernández Salas (www.unsplash.com)

Problemas de comunicación

Concretamente, respecto a las comunicaciones aseguran que han sido “escasas, tardías, erróneas y erráticas”. “Es común”, explican “que los correos de la UIIOE lleguen a cuentas antiguas, a ex delegados o a listas donde algunos están y otros no”.

Por lo que atañe a la lengua de comunicación, señalan que si bien entienden que el idioma ejecutivo sea el francés “existen otras lenguas oficiales, las cuales no han sido incorporadas ni en la comunicación con las asociaciones ni en las Asambleas Generales”. “En los tiempos actuales”, sostienen, “que una Unión Internacional tenga problemas de comunicación por realizarlas solo en un idioma o por negarse a incorporar la inversión (no gasto) de un intérprete en las Asambleas Generales que se realizan una vez al año, le quita fluidez, contenido, capacidad de adaptación y respuesta a los desafíos y realidades contemporáneas”.

Gastos sin justificar y personalismos en la OIV

Sin duda, uno de los asuntos esgrimidos más controvertidos es el que denominan “reporte de gastos”. “Si bien en cada Asamblea General el tesorero entrega su reporte, previo a ese reporte”, subrayan, “no facilita boletas, facturas o documentos que sustentes esos gastos y que puedan ser auditados por el Revisor de Cuentas”. “Lo anterior”, sostienen, “se suma a la no emisión de un comprobante de recepción de las cuotas de los países miembros que sirva de respaldo a éstos frente a sus juntas directivas y organismos controladores”. “Ésta”, hacen hincapié, “ha sido una solicitud de años, en pos de la transparencia y que se ha desestimado al considerarlo una solicitud solo de Latinoamérica”. “Entendemos”, concluyen, “que no hemos pagado nuestras cuotas los últimos años, pero es precisamente por lo anteriormente expuesto que nuestras asociaciones no están dispuestas a pagar sin un respaldo claro de recepción de dinero y gastos de éstos”.

En cuanto a la importancia otorgada por el Comité Ejecutivo de la UIOE a su participación en diferentes instancias de la OIV, los firmantes denuncian que se trata, en realidad, de “una gestión personal, realizada por personas que por otras razones participan en estas instancias y donde no hay una presencia clara, potente y respetada al interior del principal organismo del vino en el mundo”. “La defensa del rol del enólogo”, dicen, “debería partir ahí y muchas veces se nos ha marginado por no contar con una representación estable”.

Igualmente, los presidentes de los cuatro países escindidos de la UIOE critican la realización por parte del Comité Ejecutivo de “reuniones informales”, que se validan sin comunicar a todos sus miembros y con comunicaciones parciales, “donde los temas tratados se dan por informados”. Esos procedimientos en su opinión, “dañan las relaciones internas, la formalidad que un organismo internacional requiere y generan ruido entre delegados y asociaciones que o se sienten marginadas o sencillamente desplazadas de las decisiones de la UIOE.

Mayor apertura y modernización

Los firmantes entienden, no obstante, que “un organismo internacional no es fácil de administrar” y apelan, por ello, a la necesidad de una mayor apertura y modernización de su gestión, “donde las modificaciones de los estatutos para la conformación del Comité Ejecutivo” respondan más a la intención de mejorar su labor y no al reparto de “cupos y cuotas de poder”.

“Nuestros asociados”, lamentan, “no se sienten representados por la Unión Internacional de Enólogos y nos cuesta cada vez más generar un sentido de pertenencia donde se expliquen los beneficios de ser parte de ésta”.

Pese a todo ello, Jorge Correa, Daniel Salvador, Adriana Cerón y Fernando Pettenuzzo se despiden con un mensaje de esperanza. “Somos optimistas”, aseguran, “esperamos que la Unión rectifique y supere el estado actual en que se encuentra y, por eso, planteamos una suspensión de nuestra participación en ella y no una salida definitiva, ya que si en un futuro la UIOE vuelve a ser el organismo fuerte, técnico, transparente, plural e internacional con que fue concebido, seremos los primeros en apoyarlo y volver a tener un rol activo en pos del enólogo a nivel mundial”. Antes de concluir la comunicación, los firmantes afirman estar abiertos a conversar “y explicar a todos los miembros de la UIOE las razones de esta decisión”.

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Los objetivos de la UIOE

La Unión Internacional de Enólogos tiene como objetivos representar en el ámbito internacional a las asociaciones nacionales de enólogos; garantizar la defensa en todos los ámbitos de la profesión; oponerse al uso impropio del título de enólogo; mantener la cohesión, solidaridad y contactos entre las diversas asociaciones, así como actuar ante las autoridades nacionales e internacionales competentes, para unificar los procedimientos biológicos, los métodos de análisis químico, físico, microbiológico y sensorial, organizar una formación uniforme del enólogo en los diversos países vinícolas, armonizando los contenidos de los estudios, la duración de los cursos y los diplomas otorgados, de modo que el enólogo pueda ejecutar y controlar determinados procedimientos enológicos.

Los presidentes de la UIOE desde sus orígenes

La Unión Internacional de Enólogos tuvo como primer presidente al francés Gabriel Humeau, con el español Luis Albalate como primer secretario general. La presidencia de Humeau concluyó en 1973 después de varios mandatos durante los que consiguió reunir a diferentes asociaciones nacionales y presentar a la UIOE en el escenario internacional.

Su sucesor Jacques Puisais dirigió el ente hasta 1981, fecha en que fue elegido presidente, en la ciudad de Burdeos, el italiano Ezio Rivella, reelecto por tres mandatos. En 1989, en la ciudad de Salónica (Grecia), Rivella entregó el cargo al, de nuevo, francés Pierre Bedot que fallecería algunos meses más tarde. Por este motivo, la legislatura restante fue presidida por el primer vicepresidente, el español Ramón Viader. En 1993, en Barcelona, el también francés Dominique Foulon fue designado presidente y en 1997 el cargo recayó en el italiano Pietro Pittaro, que permaneció en su función por tres años antes de ser reemplazado, en 1999, en Zurich (Suiza), por el español Vicente Sánchez-Migallón. En 2002, en Burdeos, llegó a la Presidencia el italiano Giuseppe Martelli, que en diciembre de 2008 cedería el testigo, también en la ciudad bordelesa, al nuevamente francés Serge Dubois, ratificado igualmente para el trienio 2012-2014 en diciembre de 2011. En 2014, después de un cambio estatutario que instituyó la figura de la copresidencia, fueron nombrados presidentes el ya citado Serge Dubois y el italiano Ricardo Cotarella. Durante la asamblea general celebrada en Florencia el 16 noviembre de 2017, coincidiendo con el 72° Congreso Nacional de la Associazione Enologi Enotecnici·Italiani (Assoenologi), se confirmaron los cargos por unanimidad para el periodo 2018/2020. Desde entonces y como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19, la UIOE no ha renovado sus cargos, a la espera de hacerlo en una próxima Asamblea General. En todo caso, el español Santiago Jordi,,uno de lo tres vicepresidentes de la institución que se ha mantenido a la sombra de Dubois y Cotarella desde 2014, ya ha expresado su intención de postularse a la Presidencia de la UIOE tras abandonar el pasado mes de abril la Presidencia de la Federación Española de Enología (FEE), donde fue sustiituido por el, hasta entonces, vicepresidente Luis Buitrón Barrio, quien ocupa, asimismo, la Presidencia de la Asociación Gallega de Enólogos.  

Todos los secretarios generales

Por lo que se refiere al puesto de secretario general de la UIOE, después del ya mencionado Luis Albalate, recayó en  Daville Hourmat, que en 1970 lo cedió al también francés Albert Roquet, hasta que en 1977 fue sustituido por la española Isabel Mijares. En 1989, en Salónica, fue elegido el italiano Giuseppe Martelli, a quien reemplazó en 1999 el suizo Mike Favre. En 2002, la Secretaría General recayó en el ahora presidente Serge Dubois hasta que, en 2008, fue nombrado presidente y tomó el relevo el esloveno Iztok Klenar que, a su vez, tres años más tarde, fue relevado por el español Juan Gómez Benítez,. Tras la escisión vivida en el seno de la Federación Española de Enólogos (FEAE), Gómez Benítez dimitió para ser reemplazado temporalmente por el suizo Daniel Dufaux, hasta entonces tesorero, que fue sustituido, a su vez, en diciembre de 2014 por el francés Cyril Payon.


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