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Terremoto en Rioja

Próximo a cumplir su centenario, la DOC Rioja vive, probablemente, su cosecha más amarga. Fundada en 1925 e integrada por 571 bodegas, el líder vitivinícola español es un gigante asentado firmemente sobre un polvorín. Tras la escisión que en 2022 protagonizaron algunas bodegas alavesas, respaldadas por el Gobierno vasco, la reciente decisión de las 216 pequeñas y medianas bodegas integradas en Bodegas Familiares de Rioja (BFR) de abandonar los órganos de gestión del Consejo Regulador constituye un auténtico terremoto. Grupo Rioja, la asociación formada por más de 50 grandes empresas que comercializa dos tercios del vino riojano y mantiene el control absoluto sobre la Denominación, defiende un ‘modelo de éxito’ del que ya reniega abiertamente el 40% de las bodegas inscritas.

Los máximos responsables de BFR, la asociación creada en los años 90 que agrupa a más de 200 pequeñas y medianas bodegas, celebró el pasado día 6 de septiembre una rueda de prensa, en la que comunicó su decisión de abandonar las mesas de gestión de la Denominación de Origen Calificada Rioja por su desacuerdo «con la política estratégica actual” que, según sostienen, “va en contra del modelo de negocio de la pequeña y mediana bodega».

BFR abandona el Consejo, no la Denominación

En cualquier caso, Bodegas Familiares de Rioja abandona el consejo regulador, pero no la denominación donde, por el momento, seguirá elaborando su vino. El presidente de la asociación, Eduardo Hernáiz, aclaró que continúan perteneciendo a la denominación de origen porque son y se sienten parte de la misma aunque rechacen una línea de actuación que, desde su punto de vista, viene apostando desde hace muchos años por la cantidad en detrimento de la calidad. «Somos Rioja”, afirmó en su intervención, “y vamos a seguir siéndolo porque tenemos todas nuestras inversiones en esta tierra y porque seguimos creyendo en ella y en su potencial para hacer grandes vinos, pero no podemos continuar formando parte de un sistema de gestión en el que se toman decisiones en contra de nuestros intereses y en el que, pese a haberlo intentado desde nuestra fundación, no tenemos capacidad de reencaminar el rumbo de Rioja hacia un modelo de valor y de calidad».

Asimismo, criticó el hecho de que la representación de BFR en los órganos de decisión sea muy inferior a la que, en su opinión, debería tener. «La agrupación», explicó, «acreditó en 2021 la representación de 216 bodegas, más de la mitad del total, pero su participación se limita a únicamente el 8 por ciento de la rama comercial».

Daño irreparable a Rioja

Por su parte, el vicepresidente y portavoz de Bodegas Familiares, Juan Carlos Sancha, es consciente de que la medida adoptada causará perjuicios tanto a su propia asociación como al consejo regulador pero la defiende “pensando en que, al final, acabe mejorando» la situación. Sancha es de la opinión de que el verdadero “daño irreparable a Rioja” se lo ha hecho “la política productivista para tener uva barata” que atribuye a los responsables de la institución con sede en Logroño. Un ataque lanzado bajo la línea de flotación del Grupo Rioja, el Grupo de Empresas Vinícolas de Rioja que preside el expresidente de la DOC Rioja, Fernando Salamero (Herederos del Marqués de Riscal), y a la que también pertenecen, entre otros, Pernod Ricard, Ontañón, Ysios, Ramón Bilbao, Marqués de la Concordia, Bodegas Palacio, Viña Tondonia, Pagos del Rey, Franco-Españolas, Bodegas Riojanas, Campo Viejo, Lan, Montecillo, El Coto, Familia Martínez Bujanda, Olarra, Valdemar, Bodegas Bilbaínas, Marqués del Atrio, Marqués de Vargas, Barón de Ley, Bodegas Vivanco, Marqués de Cáceres, Altanza…

Son solo algunas de las grandes empresas que han llevado a Rioja a brillar con luz propia en el firmamento vitivinícola y a disputar por derecho propio la Champions League del vino. Frente a ese gran modelo corporativo, los pequeños y medianos asociados de Bodegas Familiares de Rioja se consideran protagonistas de ‘la otra Rioja’, “la que pone nombre y apellidos a comarcas, pueblos y viñedos». Una filosofía compartida por la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA), impulsora de la creación de la nueva DO Viñedos de Álava, cuya legalidad se dirime actualmente en los tribunales.

Bodegas Familiares de Rioja agrupa a más de 200 pequeñas y medianas bodegas

Reacción oficial del Consejo Regulador y apoyo de ABRA

La reacción del Consejo Regulador ante el órdago de las 216 bodegas riojanas ha consistido en hacer un llamamiento a la unidad y recordar que trabaja para evaluar el sistema de representación actual, a petición de los propios interesados. El presidente del Consejo Regulador de la DOC Rioja y de la Organización Interprofesional del Vino de Rioja (OIPVR), Fernando Ezquerro, ha afirmado que “la revisión de algo tan elemental y sustancial como son los estatutos de la OIPVR, que representa tanto y a tantos, no se puede llevar a cabo de manera precipitada; requiere de tiempo, diálogo y, sin duda, voluntad de colaborar y de alcanzar un acuerdo». Ezquerro también subrayó las dificultades que atraviesa el sector vitivinícola «Es momento”, dijo, “de unir fuerzas y buscar soluciones conjuntas, que nos ayuden a salir adelante y fortalezcan nuestra posición de mercado».

¿Y cuál es la postura de ABRA, la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa que promovió en 2022 la creación de la DO Arabako Mahastiak-Viñedos de Álava, dando lugar a un cisma en el seno de la DOC Rioja que ha llegado hasta los tribunales? Su presidenta Itxaso Compañón ha expresado su respaldo a Bodegas Familiares de Rioja y ha anunciado la convocatoria de una asamblea, tras la vendimia, para que sus cerca de 80 asociados decidan si quieren secundar la vía abierta por Hernáiz y Sancha o prefieren continuar formado parte de los órganos gestores de Rioja, pese a que algunos de ellos ya han constituido una nueva denominación alavesa al margen de la autoridad de Logroño.

Paralelismos y diferencias con la ‘guerra del cava’

El escenario de Rioja está completamente atomizado y rodeado de grandes incertidumbres. En muchos aspectos recuerda al que existía durante la ‘guerra del cava’, que vivió su capítulo decisivo durante 100 días de 2018, cuando los tradicionales equilibrios de poder en el ‘imperio de las burbujas’ saltaron por los aires. Entre marzo y junio de aquel año convulso concluyó el asalto a una fortaleza, hasta entonces, inexpugnable. Las dos grandes empresas catalanas del cava terminaron capitulando. Primero, la multinacional alemana Henkell & Co. Sektkellerei, perteneciente al grupo de alimentación Dr. Oetker, tomó el control de Freixenet aprovechando las discrepancias de las familias Ferrer, Hevia y Bonet. Poco después, el fondo de inversión estadounidense Carlyle Group adquirió Codorníu, beneficiándose, igualmente, de la falta de unidad entre los Raventós.

En ese contexto, algunos pequeños elaboradores, que ya habían expresado su desacuerdo con las líneas de actuación seguida por los responsables de la Denominación, abandonaron la institución y alumbraron en Sant Sadurní D’Anoia la marca colectiva Corpinnat, enarbolando los más exigentes estándares de calidad y apostando firmemente por el segmento más elevado del mercado. La iniciativa, impulsada por nombres propios como el recientemente fallecido Xavier Gramona, además de Ton Mata, Joan Huguet o Josep María Albet i Noya, entre otros, cuenta en la actualidad con 11 bodegas que, según datos internos, facturaron el pasado año 25,9 millones de euros, a un precio medio orientativo por botella de 18,55 euros.

El tejido empresarial riojano también está expuesto a adquisiciones empresariales pero no está dominado, como el catalán, por dos buques insignias absolutamente predominantes, como ocurría con Freixenet y Codorniu. No obstante, pese a esa diferencia sustancial, el cuadro riojano comparte con el catalán una dura pugna soterrada entre grandes y pequeños elaboradores que entienden el negocio y la filosofía vitivinícola de muy distinto modo. Unos defienden una estrategia global que ampare todas las sensibilidades y otros reivindican un modelo de producciones limitadas que permita incrementar el valor y el prestigio del vino.

A ello se suma la batalla judicial que el Consejo Regulador mantiene contra el Ejecutivo peneuvista de Iñigo Urkullu y las bodegas alaveses de ABRA, impulsores de la creación de la DO Viñedos de Álava. En ese litigio se entremezclan razones políticas y puramente profesionales, ya que las bodegas escindidas defienden su derecho a elaborar sus vinos bajo una denominación propia en el territotio que comparten con la DOC Rioja, mientras que la derecha independentista vasca, que controla férreamente Ajuria Enea, aplica su conocida estrategia de romper todo vínculo posible con el resto de España avanzando, de ese modo, hacia un Estado independiente con instituciones propias por la vía de los hechos.

Destilación de crisis ante el exceso de volumen

Al mismo tiempo, el Consejo Regulador de la DOC Rioja afronta un escenario inédito, como consecuencia del vino almacenado en las bodegas que no encuentra comprador, y se ha visto obligado a aprobar, por primera vez en su historia, medidas compensatorias para forzar destilaciones de crisis con el fin de intentar reducir la oferta, evitar la caída de precios y buscar el reequilibrio del mercado. Ese desajuste entre la oferta y la demanda no es exclusivo de Rioja. Otras grandes regiones vitivinícolas, como Burdeos, también lo padecen, si cabe, con mayor gravedad, pero el mal de otros no es ningún consuelo sino la constatación evidente de que los líderes del mercado también se enfrentan a travesías complicadas y los planes estratégicos aprobados no siempre aciertan a prever las coyunturas ni a hacer frente a situaciones y escenarios cambiantes, como la irrupción de una pandemia mundial, la salida de la Unión Europea del Reino Unido o el estallido de una guerra a las puertas de Europa, con el consiguiente encarecimiento de las materia primas y una dificultad comercial creciente.

Pese a todo lo anterior, las estadísticas oficiales de ventas mantienen a Rioja como líder nacional destacado en términos absolutos mientras que su cotización exterior ha alcanzado máximos históricos, al situarse al término del primer trimestre de 2023 en 5,47 euros por litro. Ello no impide que sus principales competidores continúen planteando una dura pugna dentro y fuera de España y que la Denominación esté sufriendo un serio daño reputacional en términos de imagen y prestigio.

Bodegas Artadi acabó con la unanimidad

Visto con suficiente perspectiva, la controvertida salida de la DOC Rioja que, a título individual, protagonizó a finales de 2017 el bodeguero alavés Juan Carlos López de Lacalle (Bodegas Artadi) no fue un hecho anecdótico ni aislado sino el síntoma anticipatorio de un mar de fondo que ahora ha emergido y se agita en la superficie. López de Lacalle decidió romper unilateralmente con Rioja y, desde entonces, cientos de bodegas se han distanciado de un Consejo Regulador que se presumía monolítico.

El órgano de Gobierno de la DOC Rioja, entonces liderado por Fernando Salamero, presidente del Grupo Rioja, consideró en aquel momento que el comunicado en el que Lacalle explicaba los motivos de su salida, denigraba a la propia Denominación en la que había cimentado la trayectoria de su bodega, mientras que el interesado reclamó su derecho a ofrecer al consumidor la oportunidad de descubrir la diversidad de su tierra, “que dota a los vinos de valor, carácter diferenciador y autenticidad”. Lacalle se miraba en el espejo de regiones vitivinícolas de reconocido prestigio como Burdeos, Borgoña o Champagne que «ofrecen al consumidor vinos reflejo de zonas determinadas y que han sabido poner en valor estas diferencias como algo enriquecedor, lleno de mensaje y contenido». Además, aclaró que su decisión era una opción «absolutamente privada» y negó liderar «ningún movimiento secesionista», lo que no le impidió predecir que su salida podría animar a otras bodegas a hacer lo mismo.
Aquella pequeña filtración de agua no fue convenientemente sellada y devino en una rotura que ahora parece convertirse en caudal incontenible. Cuando más de 200 bodegas abandonan un consejo regulador (aunque permanezcan, por el momento, dentro de la denominación), el riesgo de ruptura total es una posibilidad real. Comparativamente, lo que ha hecho Bodegas Familiares de Rioja es lo mismo que si los partidos de la oposición decidieran abandonar el Parlamento español para expresar públicamente su disconformidad ante un deficiente sistema de funcionamiento y representación. Y, desde luego, es el modo más explícito que 216 bodegas han decidido utilizar para intentar cuestionar la legitimidad del actual Consejo Regulador. Toda una declaración de intenciones, cuya verdadero alcance solo el futuro podrá esclarecer.

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