El pasado domingo 18 de febrero una persona camuflada con una indumentaria aislante accedió, en torno a las 03.30 de la madrugada, a las instalaciones de Cepa 21, situada en Castrillo de Duero (Valladolid), y vació en apenas unos segundos alrededor de 60.000 litros de tres depósitos de vino, provocando pérdidas que, de acuerdo a la estimación realizada por su propietario José Moro, alcanzarían un valor de mercado de, aproximadamente, 2,5 millones de euros. Las cuestiones que, en estos momentos, sobrevuelan el ambiente vitivinícola son inevitables: ¿quién y por qué ha saboteado la bodega?, ¿qué se esconde detrás del asalto a Cepa 21, la empresa que en 2007, abanderando la tradición y la innovación, atrajo a famosos inversores como Ronaldo Nazário, Inmanol Arias, Fernando Martín o Sergio Sauca? Existen muchas incógnitas que, hasta el momento, permanecen sin resolver, a la espera de que la investigación de la Guardia Civil arroje luz sobre un asunto que ha causado conmoción y asombro dentro y fuera del mundo del vino.
“El asaltante conocía perfectamente el mecanismo para poder abrir los depósitos, algo que no es muy sencillo”, ha declarado el propio afectado a la agencia Efe. “Yo no hago más que darle vueltas a la cabeza”, se ha lamentado también en declaraciones al periodista Juanma Castaño, de la cadena Cope, “y, bueno, tenemos nuestras pequeñas pesquisas que, evidentemente, dependen de la investigación y, por eso, no podemos desvelar pero, en cualquier caso, el hecho es una pena (…) es la angustia… yo cada vez que veo esas imágenes, me da miedo, qué pena, qué pena que puedan suceder esas cosas”.
Los ocho segundos del vídeo
El vídeo captado por las cámaras de seguridad de la bodega muestra en el lapso de tan solo ocho segundos (los que discurren entre las 03:34:22 y las 03:34:30 de la madrugada del domingo 18 de febrero) a una persona de estatura media o media-baja, enfundada en una especie de buzo de dos piezas que cubre su cabeza y rostro con capucha, además de guantes negros y zapatillas deportivas, desenvolverse por la escena del crimen con agilidad, ligereza y seguridad, y movimientos que, desde el punto de vista fisiológico, cabría calificar de femeninos. De hecho, el presidente de Cepa 21 se refirió a la persona asaltante, en el programa TardeAR de Ana Rosa Quintana, como a un «encapuchado o encapuchada» que se movía “con mucha fluidez” por las instalaciones de la bodega.
De acuerdo a la parte del vídeo que se ha divulgado por internet y que se puede visionar en Dailymotion https://www.dailymotion.com/es (que no ofrece la totalidad de la acción), la persona que perpetra el sabotaje aparece en la escena del crimen a las 03:34:22 y tan solo dos segundos después ya ha conseguido abrir la llave de un depósito que empieza a verter vino, inmediatamente, de manera ininterrumpida. A continuación, para salvar la trayectoria del propio chorro del vino que sale con fuerza e impacta contra su cabeza, se protege con su antebrazo izquierdo y avanza corriendo, con pasos cortos para evitar resbalar, hacia el siguiente depósito, que abre con mayor dificultad que el anterior, sin conseguir verter líquido alguno, para, finalmente, salir del lugar corriendo con presteza y cubriendo su rostro con el brazo derecho, exactamente cuando el reloj de la cámara marca las 03:34:30. Ocho segundos insólitos y de ritmo auténticamente cinematográfico, que parecen extraídos de una serie de ficción. El vídeo dado a conocer por la bodega y divulgado en las redes sociales e internet por la agencia Efe y diversos medios de comunicación ha corrido como la pólvora dentro y fuera de España.
El vino perdido
Cepa 21, la bodega creada por José Moro, elabora cuatro gamas diferentes de vino, con precios que, de acuerdo a la tienda digital de su página web, oscilan entre los 9,65 euros de Hito Rosado 2022 a los 89,60 euros de su vino estrella Horcajo 2018, pasando por los 12,50 euros de Hito Tinto 2022, los 20,50 euros de Cepa 21 2021 y los 34,60 euros de Malabrigo 2021.
El sabotaje, según ha revelado el bodeguero, habría afectado a cisternas que contenían vino de Cepa 21, así como de Malabrigo, del que calcula una pérdida de un tercio de la añada, y de Horcajo, cuya añada de 2023 (con un total de 20.000 litros) habría desaparecido en su totalidad. “Es una pena”, confesaba apesadumbrado José Moro a Juanma Castaño, “es triste (…) son depósitos de los mejores vinos, un depósito de Horcajo, la añada 23 que no tendremos la suerte ya de poder probar, el depósito entero se ha vaciado, uno de Malabrigo 23, pero ahí por suerte todavía queda algún depósito, y el Cepa 21 también”.
Cobertura del seguro
José Moro ha cuantificado las pérdidas en unos 2,5 millones de euros, una cantidad que, según ha adelantado, no estaría cubierta económicamente, ya que el seguro contratado atendería exclusivamente el valor del precio de la uva y el precio de la elaboración hasta ese momento pero no la cotización de mercado después de la crianza. “No es que sea un valor nimio, pero casi”, ha comentado el bodeguero refiriéndose a la indemnización del seguro, “ y no te aporta nada porque lo más importante y lo triste es que no puedes poner en el mercado una gran cosecha como la de 2023, llena de sutileza, de elegancia, de finura”. “Yo estaba muy ilusionado con ella”, concluye, “y no voy a tener la oportunidad de poner Horcajo en el mercado, aunque sea sólo para satisfacción personal…”.
Líneas de investigación de la Guardia Civil
Respecto a las líneas de investigación seguidas por la Guardia Civil, el diario digital OKdiario ha destacado que los investigadores trabajan con la hipótesis de que detrás del sabotaje millonario en las instalaciones de Bodegas Cepa 21 pudiera encontrarse una mujer guiada por la venganza y una motivación laboral. “Los investigadores’, explica el periodista Ángel Moya, “examinan con lupa el listado de extrabajadores de la bodega de Moro y competidores con ánimo de venganza, ya que tienen claro que no fue un robo y la persona que lo hizo tenía conocimientos suficientes para ejecutar el sabotaje’. Por su parte, el propio afectado, José Moro, que no ha descartado que, efectivamente, pudiera tratarse de una mujer, ha hecho hincapié en la “fluidez” con la que se desenvolvía en el escenario del crimen y ha señalado que la acción de sabotaje se dirigió, específicamente, a las cisternas que contenían el vino más valioso, lo que reforzaría, supuestamente, la teoría de que quien ha cometido el delito debía tener conocimiento de cómo y dónde podía causar un perjuicio mayor.
Cepa 21, de la tradición familiar al glamour del fútbol y el cine
La bodega explica su filosofía desde una tradición familiar y centenaria. “Bodegas Cepa 21″, sostiene en su página web, «es fruto del legado centenario que José Moro, su presidente, recibió por parte de su padre y de su abuelo, que desde hace más de un siglo han trabajado la tierra y han conseguido la clave del éxito: conocer a la perfección el entorno que nos rodea para potenciar lo mejor de sus suelos, de su clima y de la variedad tempranillo, la reina de la Ribera del Duero”.
Las instalaciones de 4.600 metros cuadrados de Cepa 21 se inauguraron el día 21 de junio de 2007 con gran repercusión mediática, después de realizar una inversión de alrededor de 12 millones de euros, de los que la mayoría se destinó al propio edificio de la bodega. La familia Moro, impulsora de la iniciativa, dispuso del capital aportado por famosos accionistas procedentes del mundo más glamouroso del fútbol, la construcción, la televisión y el cine. Personajes como el futbolista brasileño Ronaldo Nazário (entonces jugador del Milan CF y, actualmente, presidente del Real Valladolid CF), el empresario vallisoletano Fernando Martín (quien fuera promotor inmobiliario, propietario de Martinsa-Fadesa, inversor en grandes compañías del Ibex y fugaz presidente del Real Madrid CF), el periodista Sergio Sauca (presentador en esas fechas del bloque de deportes del Telediario del fin de semana de TVE) o el actor Inmanol Arias (protagonista de ‘Cuéntame cómo pasó’, la serie de referencia de TVE durante más de dos décadas) se contaron entre sus inversores más conocidos.
Cepa 21 fue una apuesta que supo combinar, en la época dorada de la burbuja inmobiliaria, el conocimiento vitivinícola de un apellido enraizado en el viñedo de Ribera del Duero con el capital que proporcionaron rostros conocidos de la farándula, la construcción, la televisión y el fútbol. En aquel entonces, el dinero del ladrillo invadía el negocio vitivinícola, una moda que, pasado un tiempo, se fue diluyendo dejando tras de sí numerosas cicatrices y no pocas quiebras. Hace años que Cepa 21 abandonó el papel couché. Hoy, de manera inesperada, escribe un intrigante capítulo en las páginas de la sección de ‘Sucesos’.