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El futuro de la viticultura en Castilla-La Mancha ante las actuales proyecciones climáticas

Adela Mena Morales y Jesús Martínez Gascueña, técnicos superiores de Investigación en el Instituto del Vino de Castilla-La Mancha.

¿Sabían que Castilla-La Mancha alberga más de 450.000 hectáreas cultivadas de vid, constituyendo la región con mayor extensión de viñedos del mundo? Las vastas y áridas llanuras manchegas, donde el viñedo se extiende como un mar verde bajo un sol abrasador, son mucho más que una zona de cultivo; representan una fortaleza económica de primer orden y el cultivo de la vid, un legado arraigado en la historia y el corazón de sus habitantes. Sin embargo, la viticultura en Castilla-La Mancha se enfrenta a un desafío sin precedentes a consecuencia del cambio climático. ¿Cómo afectarán el aumento de las temperaturas y la incertidumbre climática a su futuro?

Las proyecciones climáticas basadas en diferentes escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero pintan un panorama preocupante para la región. Los estudios predicen un incremento gradual de la temperatura a lo largo del siglo, con un calentamiento más pronunciado en verano y menor en invierno. Las olas de calor serán más frecuentes y severas, afectando directamente a los viñedos, que ocupan sus mayores extensiones en las llanuras centrales y sus bordes, abarcando amplias comarcas de Ciudad Real, Toledo, Cuenca y Albacete, situadas entre los 600 y 800 metros sobre el nivel del mar.

Dadas estas condiciones, los viñedos experimentarán adelantos en las fechas de los estados fenológicos y acortamientos en su duración. Esto ya está sucediendo en realidad y, como consecuencia, se producen reducciones indeseables del periodo de maduración y adelantos en las fechas de las vendimias. Un período de maduración desarrollado con altas temperaturas hace que se descompense la relación azúcares/acidez en las uvas, principalmente por pérdidas de ácido málico. Además, la acumulación en las uvas de compuestos responsables del color y del aroma se ve limitada a temperaturas superiores a los 26ºC y 35ºC respectivamente, afectando negativamente la calidad de los vinos.

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Proyección en rejilla (datos ajustados) de la ETP durante el verano según el escenario RCP 4.5 de emisiones intermedias para mediados de siglo.

Un indicador derivado, muy utilizado en agronomía, es la Evapotranspiración Potencial (ETP), que combina datos de temperatura, precipitación, humedad relativa y viento para medir la cantidad máxima de agua que se pierde por evaporación y transpiración. Las proyecciones indican que la ETP aumentará significativamente en Castilla-La Mancha, que se superaran holgadamente los 600 mm durante el verano en la franja más continentalizada: una ancha banda imaginaria que se extiende por la comunidad autónoma de norte a sur en forma de S inclinada atravesando la Campiña y la Alcarria de Guadalajara, la Mancha y zonas meridionales de las Serranías Media y Baja de Cuenca, la Mancha de Albacete y Ciudad Real y el Campo de Calatrava.

Esto significa que los viñedos requerirán más agua para mantener su producción, justo cuando se espera que las precipitaciones anuales disminuyan progresivamente. Como resultado, el período de déficit hídrico del cultivo podrá alargarse y su intensidad aumentará, haciendo más difícil satisfacer las necesidades hídricas de las plantas.

Un estrés hídrico excesivo puede producir pérdidas de rendimiento del viñedo y afectar la calidad del fruto, con efectos como la senescencia foliar y defoliaciones precoces que favorecen la sobreexposición de los racimos al sol. Esto no solo afecta a la cantidad de producción sino también a la calidad, con disminuciones de color en los hollejos por degradación de los pigmentos y transformaciones o pérdidas de aromas. Además, la esperada futura escasez de recursos hídricos y los consecuentes descensos en los niveles piezométricos de los acuíferos podrían causar problemas de abastecimiento y daños irreparables al material vegetal, comprometiendo así la viabilidad del cultivo de la vid en determinadas condiciones.

Nuevas oportunidades y estrategias de adaptación

Aunque desafiante, el cambio climático puede abrir nuevas oportunidades. Regiones más frescas y menos tradicionales para el cultivo de la vid podrían convertirse en nuevos centros de producción. Las zonas de piedemonte y las comarcas montañosas de Castilla-La Mancha, que anteriormente se consideraban menos aptas para el cultivo de la vid, podrían albergar viñedos prósperos en el futuro. Sin embargo, esta posible expansión plantea preguntas importantes sobre el impacto en los ecosistemas naturales y la sostenibilidad a largo plazo de estas nuevas áreas de cultivo. La necesidad de un enfoque equilibrado y respetuoso con el medio ambiente es más urgente que nunca.

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Según los autores de este artículo el cambio climático puede abrir nuevas oportunidades.

Adaptación es la palabra del momento en viticultura. Cambiar variedades y patrones, ajustar los sistemas de manejo del viñedo y mejorar la eficiencia en la gestión del agua son estrategias que se están explorando y poniendo en práctica. Por ejemplo, retrasar la poda hasta más allá de la brotación, o ampliar el número de yemas dejadas para reducir el vigor, pueden ser técnicas adecuadas para retrasar el ciclo y favorecer un proceso de maduración más adecuado. Sin embargo, estas técnicas deben aplicarse con cuidado para evitar sobrecalentamientos de los racimos por exceso de exposición al sol. Instalar estructuras que proporcionen sombra para proteger las viñas del calor extremo podrá constituir un recurso a tener en cuenta.

Una gestión sostenible del agua, que equilibre el costo ambiental y los requisitos hídricos de la planta para lograr una producción de calidad, podrá ser una estrategia viable para el viticultor. Aunque el riego pueda ofrecer una solución a corto plazo, no es una adaptación sostenible a largo plazo. En realidad, desde hace 20 años, los viñedos de la región se han transformado haciéndose más vulnerables: se han plantado variedades menos adaptadas y se ha puesto mucha superficie en regadío.

Utilizar técnicas de riego deficitario controlado, desecación parcial de raíces o riego con déficit sostenido basadas en el estatus hídrico de la planta puede ser clave. Además, será decisivo mejorar el manejo del suelo para minimizar las pérdidas por escorrentía, drenaje o evaporación y aumentar la capacidad de retención de agua. Estas prácticas no solo reducen las necesidades de riego, sino que también mejoran la estructura del suelo y su contenido en materia orgánica, beneficiando a la flora y fauna edáficas.

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Hay que mejorar el manejo del suelo para aumentar la capacidad de retención de agua.

Innovación en el manejo de los viñedos

Seleccionar nuevos patrones con sistemas radiculares extensos y con buena conductividad hidráulica podrá contribuir a mejorar el volumen de agua disponible para las cepas. El uso de cubiertas vegetales y acolchados está ganando popularidad, ya que ayudan a reducir la evaporación del suelo y la pérdida de agua por escorrentía, además de proteger el suelo de las oscilaciones térmicas y mejorar la liberación de nutrientes. Estas prácticas tienen un indudable interés en la mejora de la eficiencia del uso del agua, ya que pueden contribuir a reducir la evaporación directa suelo-aire entre un 10% y un 20% del total. Además, la reducción del área foliar resultante podrá ayudar a moderar el consumo hídrico en verano.

Otra vía de adaptación con futuro es la selección genética de material vegetal más eficiente en el uso del agua. Evaluando el patrimonio vitícola varietal de la región, y/o utilizando técnicas de selección convencional o biotecnológicas, es posible identificar variedades con mayor interés por su eficiencia hídrica o desarrollar nuevas a partir de ellas.

Sin embargo, cambiar el encepamiento, sustituir variedades, es tarea compleja debido al fuerte vínculo entre el territorio, las variedades y la calidad-tipicidad de los vinos, así como a la rígida legislación respecto a la autorización de cambios varietales. Una vía clásica de efectividad probada será la selección clonal, que podrá explotar la variabilidad intravarietal para mejorar la eficiencia en el uso del agua.

Un futuro sostenible para la viticultura

A pesar de las estrategias de adaptación, estas medidas pueden no ser suficientes para mantener la viabilidad económica de todos los viñedos en la región. En zonas particularmente áridas y bajas, la viabilidad del cultivo de la vid está en serio peligro. Aunque algunas regiones tropicales en países como India, Tailandia, Kenia o Brasil han demostrado que la viticultura puede adaptarse, el desafío en Castilla-La Mancha radica en mantener la calidad y la rentabilidad del producto.

En conclusión, la viticultura en Castilla-La Mancha se enfrenta a un futuro incierto debido al cambio climático. Sin embargo, a través de la adaptación y la innovación, los viticultores pueden encontrar nuevas oportunidades y desarrollar prácticas sostenibles que les permitan continuar produciendo vinos de calidad. La clave estará en equilibrar las necesidades del cultivo con la protección del medio ambiente, asegurando así que esta región vitivinícola pueda prosperar en las décadas venideras.

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