Muy pocas bodegas en España -y, desde luego, la única en Mallorca- pueden decir que llevan elaborando vino desde hace más de 300 años, exactamente, desde 1711. Sin renunciar, en ningún momento, a la tradición que otorga un legado de siglos (fueron los primeros en injertar después de la filoxera), la mallorquina Bodega Ribas, se cimenta, en palabras de su directora técnica, Araceli Servera Ribas (Barcelona, 1977), en la innovación que aporta su departamento de I+D para elaborar vinos de vanguardia.
Aunque nació en la Ciudad Condal, donde sólo pasó dos días, siempre ha vivido en Mallorca. Ella y su hermano Javier Severa Ribas son los encargados de la dirección técnica de la bodega, que se reparten fraternalmente. Ella tiene la última palabra en elaboración de rosados y blancos y él la tiene en los tintos. Su madre, María Antonia Oliver-Ribas, es la propietaria de la legendaria empresa.
En un principio, Araceli Servera quería dedicarse a la investigación y ser bioquímica, pero unas prácticas en su bodega durante un verano le hicieron cambiar de horizonte profesional. Fue un flechazo que la empujó definitivamente al mundo del vino y le llevó a estudiar la carrera de Enología en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. La historia de su hermano es muy similar. Estudió Biología con la intención de especializarse en Antropología, pero una estancia veraniega en el laboratorio de la bodega le hizo redirigir sus pasos hacia el universo enológico.

La primera gran modernización de la bodega
Araceli Servera aprendió mucho de Sara Pérez, la hija de José Luis Pérez, el creador de la mítica Mas Martinet del Priorat. Sara empezó a asesorarles cuando su padre dejó la empresa. Los progenitores de Araceli y Javier fueron los que llevaron a cabo la primera y gran modernización de la bodega, instaurando una “enología más ilustrada”. Hasta entonces, apunta Araceli, en Mallorca por tradición se hacía vino, pero no había enólogos cualificados. En el año 2004 la dirección técnica de Bodegas Ribas pasó a manos de los enólogos Araceli y Javier Servera Ribas, hijos de María Antonia y décima generación.
La enóloga mallorquina realizó prácticas y estancias formativas a lo largo y ancho del mundo. Estuvo en varias bodegas del Priorat, como Clos Mogador, Clos Erasmus y Mas Martinet, así como en la bodega argentina Achaval Ferrer y la estadounidense Harlan Estate de Napa Valley. Después de su periplo, decidió regresar a España para incorporarse a la bodega familiar situada en la localidad de Consell, abrigada por la inconfundible Sierra de Tramontana. Desde entonces, también ha asesorado puntualmente a otras bodegas de la isla.

La identidad local
El objetivo de su trabajo como enóloga es elaborar vinos que reflejen la identidad de las variedades locales de Mallorca (mantonegro, gargollassa, prensal blanc y giró ros) y mantener el equilibrio con el entorno. Araceli tiene una visión holística de su trabajo en la bodega, desde su labor en el campo con su “amplísimo abanico de tareas hasta coger un avión para hacer una cata y presentar tus vinos en Nueva York”. El hecho de ser una empresa familiar lleva consigo una responsabilidad añadida, “que es un peso y un orgullo”. “Tienes”, explica, “el peso de contribuir al éxito del negocio y el privilegio de contar con una bodega familiar donde puedes desarrollar toda tu creatividad”.
Bodega Ribas cuenta con un total de 55 hectáreas de viñedo en los que predominan las variedades autóctonas mantonegro (50 %), prensal blanc (20 %) y otras en menores proporciones como la giró ros y la gargollassa. El resto se completa con las variedades foráneas syrah y viognier. La elaboración de Bodega Ribas se centra en las variedades locales que llevan adaptándose al terreno miles de años y no necesitan tanta agua. Este factor, unido al suelo donde se enclavan sus viñas, sobre un antiguo torrente, dan un punto de concentración a sus tintos que no se encuentran en otros viñedos de la misma isla.
Bodegas Ribas elabora 230.000 botellas al año desde 2019, fecha en la que inauguraron su nueva bodega, obra del arquitecto navarro Rafael Moneo. Es, según explica, la cantidad máxima que pueden producir sin traicionar sus normas de elaboración. Cuentan con dos gamas de vinos. La línea Ribas y la línea Sió. Las dos con vinos blancos, tintos y rosados. La primera, compuesta por variedades locales muy aromáticas y frescas. La segunda, muy reconocible y sujeta al terruño, puro sello Ribas.