José Pascual Gracia Romeo, doctor en Ciencias Químicas, asesor enológico e investigador
Durante el poco tiempo que conocí a Ana Barrón, me contagió, por pura “permeabilidad”, su gran humanidad y humildad. Y, además, como consecuencia de ello, su gran curiosidad guiada por su intuición para aprender y comprender todo aquello que le resultara novedoso.
Era muy trabajadora, inteligente, sincera y servicial. Su manera de ser convertía en importante a cualquiera que estuviera a su alrededor antes que a ella misma. Si supe quién era fue, simplemente, porque me la presentaron en una visita comercial a la bodega en la que trabajaba. No era, en absoluto, mediática y creo que, de hecho, le gustaba pasar desapercibida. Mientras hablábamos surgían recuerdos de sitios comunes en los que habíamos estado, y hablaba con verdadero y sentido cariño de sus vivencias en la Escuela de la Vid y del Vino de Madrid, donde estudió, y también de su amistad con el profesor Glories.
Al igual que ocurre con el iceberg, tengo la certidumbre de que yo sólo conocí una pequeña parte de la riqueza que Ana atesoraba, que todavía quedaba mucho por descubrir y compartir.
Valgan estas líneas para expresar mi más sincero pésame a sus familiares y amigos. D.E.P.