El precio medio del vino español envasado con denominación de origen protegida (DOP), que se destina a exportación, rozó los 5 euros por litro, concretamente, 4,95 euros, en el mes de noviembre de 2023, lo que representa un incremento del 6,8 % respecto al mismo mes del año anterior, según los datos contenidos en la infografía realizada por la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE) y el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV). Por su parte, el litro de vino espumoso envasado se exportó a 2,97 euros por litro, con una subida del 3,5 %.
Los resultados relativos a la exportación de vino español a la conclusión del mes de noviembre de 2023 ponen de relieve que, en términos generales, la fórmula más rentable para las bodegas consiste en comercializar vino embotellado tranquilo con DOP, ya que se trata de un producto que multiplica por 11 el precio del vino a granel exportado (situado en torno a los 0,43 euros), la opción mayoritaria y más ineficiente en términos económicos, que predomina, fundamentalmente, en el ámbito cooperativo de este país.
Situación consolidada
La cotización alcanzada en el exterior por el vino español embotellado tranquilo y con denominación de origen plantea, por ello, una cuestión obligada y ya recurrente. ¿Por qué el sector vitivinícola español sigue dependiendo mayoritariamente, en pleno 2024, del negocio del granel?, ¿Por qué uno de los países vitivinícolas más atractivos, influyentes y relevantes del mundo, que recibe más de 80 millones de turistas cada año, continúa exportando su vino a 1,42 euros por litro de promedio, uno de los precios más bajos del escenario internacional, aproximadamente, la mitad del precio del vino exportado portugués, poco más de la tercera parte del italiano y menos de la sexta parte del francés. ¿Cómo es posible que se haya consolidado esta anómala y lamentable situación a lo largo de los años?
Problema estructural y conceptual
La cotización media alcanzada por el vino embotellado con DOP, comercializado en el exterior, evidencia que el inconveniente del bajo precio medio que exhibe el vino español frente a la mayoría de los países de su entorno, se debe a una cuestión estructural y conceptual, no a un déficit de calidad. El nudo gordiano radica en que el sector cooperativo, que concentra la mayor parte del volumen del vino español (especialmente, en Castilla-La Mancha y, en menor medida, en otras comunidades como Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Murcia, Cataluña, Aragón, Andalucía, La Rioja, Navarra, País Vasco, Comunidad de Madrid…) comercializa, salvo excepciones, más del 90 % de su producción como vino granel, ya que carece de la estructura comercial necesaria para darle salida como vino embotellado. Este hándicap no afecta, sin embargo, a la mayor parte de las bodegas españolas, que embotella su producto a precios homologables a sus competidores internacionales sino, muy específicamente, al sector cooperativo, que si bien cumple una importante función social y económica como eje vertebrador e instrumento de fijación de la población, no ha sabido, en cambio, encontrar aún los instrumentos empresariales que le permitan optimizar sus recursos y evitar que su cuenta de resultados dependa, en gran medida, del eslabón más bajo de la cadena productiva, esto es, del vino granel.
Ese producto puesto en el mercado sin envasar y casi como un commodity, es decir, como se hace con el carbón, el petróleo, el maíz, el trigo o la cebada, materias primas o productos básicos que se compran y se venden sin establecer apenas distinción de calidad ni origen es, posteriormente, comercializado por grandes empresas, fundamentalmente, de Alemania, Francia e Italia, a un precio muy superior, una vez que ha sido embotellado y/o reelaborado.
El mayor beneficio se lo llevan otros
Por tanto, ese vino a granel que nace en los viñedos de media España, se vende a unos 40 céntimos el litro y se distribuye, generalmente, en cisternas, acaba embotellándose y comercializándose en multitud de supermercados, restaurantes y establecimientos de todo el planeta a un precio que multiplica por cinco, 10 ó 15 el original. Lógicamente, la mayor parte de la rentabilidad no es para los cooperativistas españoles que lo producen sino que redunda en beneficio de las grandes distribuidoras y grupos empresariales alemanes, franceses o italianos, que lo adquieren y comercializan debidamente envasado y etiquetado.
Pero en todo caso, tal vez, lo más relevante de la reciente estadística hecha pública por el OEMV y el OIVE es que, en ningún caso, España sufre un problema de calidad o de percepción negativa por parte de los consumidores internacionales, ya que su segmento de vino tranquilo embotellado con denominación de origen marca precios que se sitúan, incluso, por encima de la cotización de algunos de los países competidores más relevantes, con la excepción hecha de Francia, imbatible, hasta la fecha, en ese aspecto.
Exportación de vino y de productos vitivinícolas
Por lo que se refiere a la totalidad del vino español exportado, en el mismo período analizado, alcanzó, globalmente, un valor de 2.691,1 millones de euros frente a los 2.761,4 millones de euros de igual período de 2022, lo que representa un retroceso del 2,5 %, mientras que, en términos de volumen, las bodegas españolas exportaron 1.879,4 millones de litros de vino frente a los 1.943,6 registrados de noviembre del año previo (-3,3 %).
De igual modo, en ese período, el vino tranquilo español exportado facturó por un importe total de 1.600,4 millones de euros frente a los 1.654,6 millones de noviembre de 2022 (-3,3 %) mientras que el volumen también se contrajo, al pasar de 609,8 a 572,1 millones de litros.
Por lo que se refiere al conjunto de los productos vitivinícolas exportados, el montante total ascendió a 3.114,9 millones de euros, un 2,6 % por debajo de los 3.177,3 millones de euros registrados al término del mes de noviembre del año precedente. Igualmente, el volumen envasado exportado del conjunto de los productos vitivinícolas experimentó un retroceso del 3,4 %, al pasar de 2.566,9 a 2.477,9 millones de litros.
