Le invitamos a conocer una viña que por sus características singulares ha merecido el título de heroica, y también a conocer a los hombres y mujeres que, durante generaciones, han forjado una relación única con el fruto de su tierra, una tierra agreste y dura, pero rica y llena de recompensas: la isla de El Hierro.
Ya en el siglo XVI, se tiene noticia de un inglés llamado John Hill, que plantó viñedos en sus terrenos, según la tradición popular, en el paraje conocido hoy como Montaña de la Viña. El vino, pero sobre todo el cultivo de la vid, ha marcado la historia de la isla de El Hierro durante los últimos quinientos años, dictando la vida cotidiana de sus pobladores, forjando su carácter, dando forma a su sociedad, y formando parte indeleble de una historia que hoy sigue viva.
Hoy, su peculiar naturaleza hace que el cincuenta y ocho por ciento de la superficie tenga algún grado de protección medioambiental, y durante numerosos días del año el 100% de la energía consumida en la isla procede de energías renovables y limpias.
La isla de El Hierro es geológicamente la más joven del archipiélago canario, por lo que su terreno no tiene la fertilidad de sus islas vecinas. Las peculiaridades de su orografía, su terreno y su clima subtropical, convierten El Hierro en un territorio único y, tal como comprendieron los primeros colonos normandos, portugueses y castellanos a principios del siglo XV, ideal para la producción de vino. El valor de la viticultura en El Hierro no solo reside en las uvas que produce o en el vino que se elabora con ellas, está en su misma existencia, en la continuidad del pasado, la conservación del entorno, está en el valor paisajístico y social de una sociedad que ha vivido sus penas y alegrías lejos del resto del mundo.
Variedades únicas
La adaptación de las parras al complejo territorio y el hecho de que no llegara a la isla la terrible plaga de la filoxera que arrasó los viñedos europeos, permitió la conservación de variedades únicas en El Hierro, varietales como el baboso negro, el baboso blanco, el verijadiego negro, el verijadiego blanco o el verdello de El Hierro, compartirán protagonismo con otras a finales del próximo mes de mayo, cuando vea la luz el estudio del germoplasma vitícola de El Hierro llevado a cabo por la universidad Rovira y Virgili de Tarragona. Uvas únicas para un vino centenario.
Por ello, cuando recorre las vides de la isla del meridiano, camina usted entre los testigos mudos de generaciones de herreños compartiendo el esfuerzo y la ilusión de sacar lo mejor de su lejano y precioso rincón de la Tierra. Cuando tiene en sus manos una copa de vino, está usted formando parte de siglos de tradición heroica.
Alejandro Carlos Déniz Betancor es presidente del Consejo Regulador DO El Hierro