Tradición e innovación es un mantra muy extendido entre los que quieren que sus productos sean identificados con lo mejor de su reputación y las bondades de su adaptación a las nuevas demandas de los consumidores. Sin embargo, hay lugares en los que este extendido aserto adquiere otra dimensión, un relieve histórico que acentúa las virtudes del trabajo de décadas y relativiza las nuevas ideas que siempre deben acompañar a cualquier proyecto empresarial. Ese lugar es el Barrio de la Estación de Haro, donde se guardan las esencias de los grandes vinos riojanos, reservas y grandes reservas y en el que, sin embargo, paso a paso, se va dando entrada a algunas novedades que en ningún caso desvirtúan el legado histórico.
Uno de esos guardianes de las esencias, comprometido a su vez con los nuevos tiempos, es Julio Sáenz Fernández (Santo Domingo de la Calzada, 1966). Licenciado en Farmacia por la Universidad de Salamanca (1985-1991) se incorporó en enero de 1996 a la nómina de Bodegas La Rioja Alta, S.A. como responsable de control de calidad. Previamente, del 93 al 95, realizó un máster de Viticultura y Enología. Sin antecedentes familiares, Julio afirma que su llegada a la enología se produjo por su afición al mundo del vino y al paralelismo y las similitudes que se dan en muchas asignaturas de ambas carreras.
Mientras desarrolló su trabajo en el departamento de Calidad, Julio Sáenz también colaboró con el anterior enólogo, José Gallego, sobre todo en otra bodega del grupo, Torre de Oña, en la Rioja Alavesa. Actualmente el grupo La Rioja Alta, S.A cuenta con bodegas en Haro, Páganos (Torre de Oña), Ribera del Duero (Bodegas y Viñedos Áster) y Rías Baixas (Lagara de Fornelos).
Dirección técnica del grupo desde 2005
En 2005 asumió la dirección técnica del grupo. En la actualidad el departamento técnico de La Rioja Alta, S.A. está integrado por ocho personas, cuatro enólogos y cuatro técnicos de laboratorio. La filosofía del grupo en La Rioja Alta, apunta Julio Sáenz, es mantener viva la tipología de vinos muy clásicos, “aunque esto no significa hacer los mismos vinos que hace 40 años. Estamos en un proceso de constante mejora y evolución de nuestros vinos adaptándolos a los nuevos tiempos”. Sáenz explica que los vinos clásicos “no solo están pensados para ser consumidos ahora mismo, sino para una larga guarda”. “Para nosotros”, añade, “es muy importante que los vinos aguanten bien el paso del tiempo, es más, que mejoren al hacerse mayores. Buscamos la complejidad y la elegancia, a la vez que la facilidad de beber y la suavidad de todo vino clásico. No buscamos tanto la potencia como la sofisticación”. Para encontrar vinos más modernos hay que asomarse a Torre de Oña y Bodegas Áster. Allí, se busca más la expresión de la fruta, “son los auténticos vinos de terroir del grupo La Rioja Alta, S.A.”.
Su mayor satisfacción desde que dirige el equipo técnico de La Rioja Alta, S.A. es haber readaptado los vinos a la situación actual sin que pierdan su espíritu. “Han cambiado”, explica, “las primeras impresiones, colores más vivos, aromas y sabores más frescos, más vivaces y menos maderizados pero manteniendo en boca la identidad de cada marca. Hemos sabido evolucionar, no revolucionar”.
“La demanda de los vinos de reserva y gran reserva en los mercados internacionales es tremenda, y lo que ocurre en el mercado internacional no tarda en trasladarse al mercado nacional. Estamos viviendo una vuelta a los vinos clásicos”, dice Sáenz a las puertas del lanzamiento en septiembre del Gran Reserva Viña Arana 2012.
Entre sus vinos predilectos, extrae rápidamente del recuerdo el Gran Reserva 904 de la cosecha del 97. “Se trata de añadas difíciles que te dan esas agradables sorpresas, un vino que mantiene la frescura, elegancia y complejidad de aromas año tras año”.
Todos los vinos que elabora y comercializa el grupo La Rioja Alta, S.A. -alrededor de 2.400.000 botellas al año- proceden de viñedos propios. En total, la empresa cuenta con 450 hectáreas en la Rioja Alta, 63 en Torre de Oña, 77 en Ribera del Duero y 92 en Rías Baixas. El parque de barricas es de 30.000 unidades, todas de roble americano fabricados por ellos mismos.