Finaliza la novena edición de Fenavin, "el mejor escaparate mundial del vino"-según lo denomina el periódico ABC, del domingo 7 de mayo de 2017- batiendo y superando todas las expectativas, por muy optimistas que estas fueran.
Durante tres días se han desarrollado actividades de todo tipo, en general bien pensadas. Como el programa está al alcance de cualquiera, no me voy a extender con descripciones detalladas pero, por ejemplo, citas como ‘La palabra y el vino', ‘Vino y salud', ‘Vino y turismo', ‘Vino y gastronomía' o ‘Vino y exportación' han sido contenidos variados y muy interesantes que, además, contribuyen a demostrar, una vez más, que el vino es mucho más que un bien de consumo.
Sin embargo, desde mi punto de vista, hay un aspecto de la vitivinicultura que mucha gente hemos echado de menos en el programa de actividades: la viticultura. Es como si se nos olvidara algo tan elemental como que la vid es el origen de la materia prima, y por tanto, se merece nuestro reconocimiento. A este respecto recomiendo leer en el libro de Antonio T. Palacios, ‘Mitos y Leyendas del Vino'; en su capítulo primero, titulado ‘De la cepa a la cesta, de la cesta a la copa y tiro porque me toca', en el que clarifica magistralmente por qué podemos afirmar que "el vino es elaborado principalmente en la viña".
Con esto quiero decir que la viticultura, desde mi óptica, debería tener en Fenavin un protagonismo importante. Entiendo que hay que ir poco a poco, y no pido que se haga, como en Burdeos, un Fenavin dedicado exclusivamente a la viticultura (naturalmente en otra fecha, como hace Vinexpo), pero por qué no dedicarle ese nuevo pabellón que según parece se quiere construir en la feria que nos ocupa. No hace falta recordar que España es el país con más hectáreas de viñedo del mundo.
Más allá de este u otros elementos que haya que ir sumando, lo cierto es que aquella vinífera que el entonces presidente de la Diputación Provincial de Ciudad Real, Nemesio de Lara, plantó en el 2001, con la importante ayuda de Manuel Juliá, entre otros, ha arraigado de manera extraordinaria. El vigor de la viña, léase Fenavin, va creciendo y cada vez con más fuerza, a pesar de que alguna vez, por una mala concepción de la política (Cospedal: Las cumbres del vino), le hayan retirado algún nutriente ¿Cuándo el sector rendirá un homenaje a estos dos hombres -Nemesio Lara y Manuel Juliá- que tanto se lo merecen?