Basilio Izquierdo Torres (Socuéllamos, Ciudad Real, 1947) es uno de esos grandes enólogos españoles que ha recorrido una brillante trayectoria desde sus primeras vendimias, hace más de cuatro décadas, hasta alumbrar, en el año 2007, una pequeña bodega familiar sobre los cimientos de un profundo conocimiento del viñedo riojano. Sus vinos "son la expresión más actual, singular y moderna de una Rioja que siempre estuvo ahí". Y, tal vez por ello, este manchego afincado en el Norte quiso aprender de la realidad riojana desde sus comienzos.
Tras su temprano periplo francés (Avignon, Gironde, Córcega) y su posterior paso por Rueda (Bodegas Marqués de Riscal), se instaló definitivamente en Rioja. España vivía la inminencia del cambio político y el mundo del vino asistía también a su particular transformación. En aquel contexto, un joven Basilio Izquierdo, de apenas 27 años, accedió a la Dirección Técnica de la histórica Bodegas CVNE, de Haro (La Rioja), cargo que desempeñaría hasta mediados de 2006 y que compatibilizaría con la Dirección Técnica de Viñedos del Contino en los períodos 1974-1979 y 1981-1998.
Bodegas Basilio
Desde hace cinco años, vive entregado en cuerpo y alma a Bodegas Basilio Izquierdo, un sueño con nombre propio que no deja de ser un modo de "volver a beber de las fuentes", de regresar a una Rioja "que está en el principio de todo lo que es hoy esta Denominación de Origen". Amante de la tranquilidad que otorga el trabajo bien hecho, Basilio Izquierdo es aficionado a la lectura de libros decimonónicos que bucean en la historia del vino y muestra su debilidad por los elaborados con carácter, cierta estructura, finura y el máximo de tipicidad, además de buenas aptitudes para envejecer en botella.
Aunque para un enólogo siempre es difícil decantarse por uno de los vinos que ha concebido, máxime si ese ejercicio retrospectivo obliga a dirigir la mirada 40 años atrás, Izquierdo se siente especialmente orgulloso del vino "B de Basilio Blanco", elaborado con Garnacha blanca riojana y Viura, que "a día de hoy", comenta, "sigue lleno de vida y matices". Para competir en el mercado globalizado no busca atajos ni se siente atraído especialmente por las novedades. Entre las variedades, prefiere "las de siempre, Garnacha tinta, Tempranillo, Graciano y Viura, Garnacha blanca y Malvasía”. Variedades, según recuerda, “que están reconocidas hace ya más de un siglo por su calidad y valía dando vinos longevos que, por ahora, sólo la media docena de regiones más importantes en el mundo han demostrado".